sábado, 16 de marzo de 2013

Capítulo 6


—Buenos días princesa –Dijo él, en el instante en el que me vio, con una sonrisa de oreja a oreja que provocó escalofríos por todo mi cuerpo. Corrí hacia él como si no hubiera un mañana. Me lancé a sus brazos, que me acogieron con una fuerza extraordinaria. Lo abracé tan fuerte, rodeándole el cuello, que me dolieron los brazos, pero mi pecho dolía de la misma manera, porque él también me estaba abrazando demasiado fuerte. Hacía mucho sol, casi me cegaba.
Aflojó el abrazo, pero no me apartó y aproveché, ya que aún tenía mis brazos alrededor de su cuello, lo besé.
—Elizabeth, hora de levantarse, o llegarás tarde, ¿No me habías dicho que tenías ganas de volver a verlo? Pues levántate  –Dijo mi madre cuando se dio cuenta de la hora que era. Desgraciadamente sacándome de mi sueño.
¿Era un sueño? ¿Por qué? NO, nononononononononono. Mierda. No creo que se haga realidad, no creo que yo le guste tanto como él me gusta a mí. Es surrealista. Apenas lo conozco, pero siento como si lo conociera de toda la vida. Tengo esta irremediable sensación de seguridad cuando estoy a su alrededor, y… Debería levantarme y vestirme.
Me levanté de la cama, aun pensando en el sueño recién experimentado. Hoy voy a arreglarme más, ya que ahora tengo a alguien a quien quiero impresionar, pero tampoco sin pasarse, que no se note de manera excesiva. Puede que hoy me ponga mis pantalones favoritos, los de color azul fosforito. Son llamativos, y a la vez bonitos, PERFECTO. Hoy puede que hasta me maquille, un poco de sombra oscura, colocada como eyeliner, para dar profundidad a mis ojos marrón chocolate. Vamos allá, hoy también voy a averiguar si estoy con él en la excursión de mañana. Mañana hay dos excursiones organizadas: una para el campus de fútbol, y los de otros que quieran unirse, que consiste en ir al campo del Barça y el del Español. En el Camp Nou también hay una visita por el museo, y en el del Español hay una visita con video. En cambio, hay otra visita para los demás campus, que consiste en ir a ver una película educativa al Imax en el puerto de Barcelona. Espero que me pongan con el grupo que va a ir a los campos de fútbol. Así podré pasar más tiempo con él, por favor que me toque también en el mismo bus. Aunque eso es mucho pedir ya.
Me sacó de mis pensamientos el sonido del timbre. Ya está aquí Raquel. Más me vale darme prisa, si quiero verlo antes de que empiece sus actividades.
Entramos en el colegio, yo fui directa al despacho, donde estaba ya clavada por el resto del día. Solo llegar se me asignó la tarea de ir a comprobar si estaban todos presentes. Bien, así podré pasearme, y verlo más veces, aparte de tener que ir a preguntarle a él en persona si han venido todos los niños de su grupo.
Iba caminando por el pasillo, ensimismada en mis pensamientos sobre él. Espero que hoy pase algo como ayer, esos momentos, de los dos, en los que pareciera que solo existíamos nosotros, en NUESTRO mundo. Entonces alguien salió de uno de los vestuarios y me choqué sin poder evitarlo.
En el momento en el que levanté la cabeza para averiguar con quién me había chocado, una sonrisa inmensa se formó en mi cara, irremediablemente.
—Ten cuidado Princesa, mira por dónde vas. ¿En qué estabas pensando tan concentrada, si puede saberse? –Me miró más que curioso, con una sonrisa formándose en su cara desde el momento en el que puso sus ojos en mí. Estábamos de nuevo muy cerca, con él rodeándome con sus fuertes brazos la cintura.
—En ti –Mierda, ya estamos otra vez, ¿Por qué maldita razón no puedo controlar lo que digo cuando estoy cerca de él? Pff, Esto no puede ser bueno. ¿Pero por qué me mira de esta manera cada vez que digo cosas así? Con esa sonrisa tonta, como si le gustara que diga cosas sin ser capaz de pensarlas antes. Noté que me subía el calor a la cara, sin poder remediarlo bajé la cabeza. La cual fue instantáneamente levantada de nuevo por una de sus manos, forzándome a mirarlo de nuevo, a pesar de mi inmensa vergüenza.
—Eres adorable, no cambies nunca, Princesa. Por favor –Dijo él, acercándose a mí. Con su mano ahora en mi mejilla, mientras que la otra estaba cómodamente colocada en mi espalda, acercándome más a él. Yo, encerrada en sus brazos, no quería liberarme nunca. Yo sin pensar, coloqué mis brazos alrededor de su cuello, haciéndolo a él prisionero como yo. Su nariz tocó la mía, haciéndome cosquillas con su respiración acelerada. Solté una risita, envuelta por su olor.
— ¡Buenos días!, ¿Eli? —Oí a alguien decir a mi lado. ¿Por qué? ¿Por qué siempre nos interrumpen? ¡No es justo! Me giré para enfrentar al culpable, para encontrarme con unos ojos verdes mirándome expectantes. Edu. Ayer me pasé la hora de comer en su compañía, también con Marcos, a quién acabé llamando Marcus. La verdad es que le cogí confianza muy rápidamente y acabé riéndome con él toda la tarde casi. Se acercó a mí vacilante, mientras yo me soltaba del agarre de Erik, cosa que no fue fácil. Me abrazó, y yo le devolví el abrazo.
—Buenos días, Edu –Le contesté. Entonces me giré hacia Erik, que seguía allí plantado.
—Bueno, tengo que irme, seguramente ya me están esperando –Dijo él, con un tono que no escondía la decepción que sentía. Colocó su mano en mi brazo, deslizándola por él hasta llegar a mi mano. Dio un apretón cariñoso a mi mano antes de irse, traspasándome con la mirada, haciéndome ver lo mucho que me deseaba. A lo mejor le gusto tanto como me gusta a mí. ¿Y si de verdad tengo alguna posibilidad? Se me va a salir el corazón del pecho.
— ¿Era por éste, por el que babeabas durante la comida ayer? –Dijo Edu, una vez Erik estaba lo suficientemente lejos como para no oírnos.
—Oye, no babeaba, ¿De acuerdo? ¿Qué te parece? –Le dije, de repente consciente de que no se había ido aún.
—Sí, sí, vamos a pretender que nos lo creemos, ¿Vale? –Dijo Marcus apareciendo de repente.
— ¡Eh! –Le dije a Marcus a la vez que le golpeaba en el brazo.
Marcus se puso a reír a carcajadas, cosa que contagió a todos los presentes.
— ¿Qué es tan gracioso? –Dijo Raquel apareciendo de la nada.
—Nada, se ríen de mí, dicen que babeo por Erik. Diles que no es verdad –Le dije mirándola con ojos suplicantes, para que se pusiera de mi parte.
—Ah, ya, estas babeando constantemente por él, constantemente –Contestó ella, poniendo especial énfasis a la última parte, acercándose a mí.
—Decid lo que queráis, me voy que tengo que pasar lista –Les solté haciéndome la enfadada, mientras caminaba hacia el despacho.
— ¡Sí, Sí, corre a ver si lo ves otra vez, babosa! –Gritó Edu, para asegurarse de que no pasaba desapercibido. Me giré dándole una mirada asesina, dejándole ver que de esa no se iba a escapar.
Al llegar a la oficina, busqué la lista el tiempo suficiente como para darme cuenta de que no estaba, así que tuve que imprimirla. Rápido, imprímete, así puedo ir a verlo antes.
Una vez imprimida, con carpeta y bolígrafo en mano, me dirigí al campo de fútbol. Solo pasar las puertas, inmediatamente, recorrí el campo entero en busca de él. Cuando lo vi, decidí dejarlo para el final. Decidí pasar por todos los monitores antes de dirigirme a él.
—Buenos días, Quim. ¿Falta alguno de tu grupo? –Le dije, muriéndome de ganas de girarme en la dirección del ojo que me derrito, pero aguantando estoicamente.
—Hola, Eli. Pues mira, no falta ninguno, pero esta mañana uno se ha traspasado de grupo. Mira, te enseño mi lista –Respondió él mientras colocaba una mano en mi espalda para guiarme hacia donde se encontraba su carpeta con la lista. Me sorprendió el repentino toque, así que lo miré. Él, en cambio, no me miraba a mí, miraba a algo detrás de nosotros con mucho detenimiento y una sonrisa pícara en la cara. Me giré para ver de qué se trataba, para encontrarme a Erik con los labios en una fina línea. ¿Está celoso? ¿Podría ser? ¿Enserio? No pude evitar soltar una risita, pero me aparté de Quim, dejándole ver que estaba solamente interesada en Erik. O al menos esa era mi intención. Él en vez de dejarlo ir, se acercó más a mí y colocó su brazo alrededor de mi cintura. Yo instintivamente me aparté de su agarre.
—Déjala –Oí una voz ahora muy familiar, más cerca de lo que me esperaba. Me giré para ver a Erik detrás, con los labios en una línea como antes. Sonreí sin poder evitarlo. Mi príncipe viene a rescatarme de nuevo. Está celoso, está celoso, está celoso, está celoso. Canté en mi cabeza, mientras lo miraba.
—De acuerdo, de acuerdo, simplemente quería ver lo enserio que ibas antes. Veo que bastante. Toma Eli, aquí tienes la lista –Me tendió la lista, sin apartar los ojos de mi protector. Una vez la hube mirado y comprobado todo, me dirigí a otro monitor, haciendo caso omiso del hombre a mi lado.
—Oye, ¿No me dices nada? ¿Ni gracias? –Dijo él, adecuándose a mi paso. Siguiéndome.
—No, puedo cuidarme yo solita, no me has salvado de un feroz dragón escupe fuego. Aparte, ¿De qué estaba Quim hablando? De si ibas enserio, ¿A qué se refería? –Me paré para enfrentarlo. Él se paró, pero no me miró –De acuerdo, nada entonces –Añadí al no conseguir ninguna respuesta y seguí caminando.
—Espera, Princesa, espera –Dijo a la vez que me cogía de la muñeca, obligándome a pararme –No es nada, sólo que nos vio ayer aquí y ya sabes, es como un niño pequeño. Se cree que estoy interesado en ti o algo –Añadió para excusar las acusaciones de su compañero.
— ¿Se cree que estás interesado en mí o algo? Suena muy increíble que yo te pueda interesar, ¿Verdad? Lo entiendo, no sé quién de los dos es más niño pequeño la verdad –Contesté, esta vez con rabia. ¿Tan increíble es que yo pueda interesarle? ¿Por qué me ha molestado tanto que lo dijera así? Ya sabía yo que no podía gustarle tanto como me gusta a mí. A lo mejor es mejor que me mantenga apartada, no quiero acabar sufriendo.
—Mierda, no ha salido como yo quería que saliera. No me refería a eso. Simplemente que Quim quería molestarme, eso es todo –Me dijo él con ojos de cordero degollado, deseando que lo creyera.
— ¿Y por qué iba a intentar molestarte usándome a mí, Si no estás interesado en mí? –Dije con la cabeza baja, aún sin superar el golpe de sus palabras.
Él se movió más cerca de mí, Provocando que mi corazón se olvidara de latir. Con una sonrisa en la cara, me rodeó con la cintura y acercó su boca a mi oreja, para susurrarme:
— ¿Qué te hace creer que no esté interesado en ti? Todo lo que hago, digo y pienso, lo dejan al descubierto sin poder yo controlarlo –Su aliento me hacía cosquillas, y enviaba escalofríos a mi cuello. Yo, ante la cercanía, le di un beso en la mejilla y me fui a seguir con la revisión de las asistencias, aún con el corazón en la boca latiendo descontroladamente.

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