sábado, 16 de marzo de 2013

Capítulo 22


— ¡Eli! Deja de soñar despierta… si quieres que te espere para entrar en la piscina, tienes que salir ya –Gritó Raquel desde la puerta del vestuario enfadada. Me rehusaba a salir porque me sentía avergonzada de mi cuerpo. No me gusto en bañador. Esto ha sido una muy mala idea, estoy haciendo dieta pero sigo con unos quilos de más. Si quiero enfrentarme a ello, tengo que hacerlo ya. Bueno, no me tengo que meter en el agua, simplemente puedo llevar el pantalón corto con el bañador puesto. Es buena idea. Me puse de nuevo el pantalón, me miré en el espejo y me puse la camiseta encima. Raquel a mi lado puso los ojos en blanco.
Cuando me giré para salir. Le saqué la lengua y nos pusimos a reír. Cuando atravesé la puerta y entré paré al instante de reír, un Dios estaba sentado en el borde de la piscina. Sí, ese Dios era Erik. Estaba apoyado con sus manos hacia atrás mirando hacia la piscina concentrado. Raquel me empujó hacia donde estaba él pero yo di media vuelta y me fui por la derecha.
Miraba constantemente hacia su dirección, pero nunca lo enganchaba mirando. Pero sabía que estaba mirando cuando yo no miraba porque me lo decía Raquel, que ya se había metido dentro del agua.
Durante un buen rato me aburrí, me quedaba allí de pie mirándolo embobada. Raquel de vez en cuando me miraba y me decía algo y yo le sacaba la lengua y nos reíamos. Solo con mirarle se me aceleraba el corazón. Es demasiado guapo, es imposible que esto sea real. Ahora que me fijo, no es tan perfecto como parece. Tiene la marca de la camiseta y está muy blanco, me puse a reír al pensar que no era tan perfecto como lo idealizaba. Él no es perfecto, simplemente es perfecto para mí. Es celoso y tiene problemas a la hora de confiar en la gente. Pero cuando estoy con él eso no tiene importancia, una persona no es perfecta hasta que te enamoras de ella. Totalmente verdad.
Durante un momento de despiste, claramente estaba soñando despierta de nuevo, noté de repente una pelota golpearme el brazo izquierdo. Me giré bruscamente para averiguar quién había sido el o la culpable. Cuando examiné la piscina entera vi a Raquel retorciéndose de risa y a su lado se encontraba Tete, el monitor de su grupo, riéndose a carcajadas. Supe que ella se lo había dicho y él había lanzado la pelota, porque el impacto había sido demasiado fuerte para que fuera obra de Raquel. Les envié una mirada asesina pero eso simplemente les hizo reí más fuerte que antes. A los pocos segundos, me contagiaron la risa y no pude evitar doblarme de la risa. Vi a Raquel señalar algo a mi izquierda moviendo la cabeza en esa dirección ligeramente, me giré curiosa para encontrarme a Erik mirándome fijamente desde el agua. Estaba rodeado de niños, colgados de su cuello, de su ancha espalda y muchos colgados de sus fuertes brazos. La cosa más sexy que se puede ver en este mundo, según mi punto de vista, es un hombre vestido de traje, con camisa negra, o jugando con niños pequeños. De momento no lo he visto con traje, pero lo segundo sí y es cuando lo he visto más adorable. Puede que sea porque está en bañador y puedo ver sus abdominales perfectamente moldeadas, sus brazos fuertes y varoniles, etc. Este hombre controla completamente todos mis pensamientos. Todos y cada uno de ellos.
Tenía que distraerme, sino, era capaz de saltar a la piscina y colgarme de sus brazos igual que los niños. Sacudí la cabeza y cogí la pelota del suelo.
Erik me miró con cara pícara pero curiosa. Le guiñé un ojo y me giré hacia donde se encontraba Raquel, de espaldas a mí. Perfecto, ahora es cuando puedo pillarla desprevenida. Di un paso hacia atrás, respiré hondo y lancé la pelota. Rebotó exactamente en la parte trasera de la cabeza de Raquel, provocándome un ataque de risa.
Sí. Pero qué raro porque mi puntería siempre ha sido mi punto débil, nunca le doy a lo que le quiero dar. Miré hacia Erik, orgullosa, a ver si lo había visto. Me lo encontré riéndose y cuando se dio cuenta de que lo estaba observando, me miró con una sonrisa radiante y me guiñó un ojo. Sentí mis piernas volverse de goma. Me encanta, demasiado. Vi cómo se movía hacia la escalera, solté una risita y miré hacia el suelo, mordiéndome el labio. En el momento en el que Erik salió de la piscina y cogió su toalla, noté un brazo por la cintura y un pequeño empujón hacia la piscina. Grité y me cogí del cuello del culpable, con todas mis fuerzas. No me puedo caer, no tengo ropa con la que cambiarme. Respirando entrecortadamente, me giré para enfrentar a quien fuera que me había asustado. Abrí los ojos como platos al ver a Tete con una sonrisa de autosuficiencia en la cara.
—Tranquila mujer, que solamente quería asustarte. No iba a tirarte enserio –Dijo él riéndose. Será cabrón…
Le fruncí el ceño mientras apartaba mi brazo de su cuello, me giré hacia Erik y vi que estaba parado con sus labios dibujando una línea recta, apretándolos, con su toalla a su alrededor mirando fijamente algo en mi cintura. ¿Celoso? ¿De qué está celoso ahora? Sorprendida, miré hacia mi cintura y recordé cuando Tete había colocado el brazo a mí alrededor. Se lo aparté de un manotazo, me paré delante de él y colocando las dos manos en su pecho lo tiré a la piscina. Me reí a carcajadas al ver su cara de sorpresa y luego su cara de enfado. Levanté las manos.
—Estamos en paz, ¡me has dado un susto de muerte! –Le dije al ver su cara decidida. Se tranquilizó visiblemente y me relajé. Entonces volvió a poner cara de decidido, como si le hubiera retado. Di un paso hacia atrás negando con la cabeza.
—Ni te acerques a ella, o te las verás conmigo. ¿Ha quedado claro? –Oí a Erik decir a mi lado, pillándome por sorpresa. Lo miré con una sonrisa que dejaba claros mis sentimientos hacia el hombre indeciso que me había robado el corazón despiadadamente. Erik miraba fijamente a Tete, noté mis mejillas teñirse de rojo.
—De acuerdo, Erik, de acuerdo –Dijo Tete con las palmas levantadas y se movió hacia otro trozo de la piscina, ya que estaba dividida en cuatro partes. Respiré hondo.
Me fui al lateral derecho donde había una puerta abierta, me estaba muriendo de calor. El hecho de tener a Erik en bañador justo delante, en el agua de nuevo, no ayudaba mucho, la verdad. Me iba mirando cada pocos segundos, dejándome sin aliento cada vez que esos ojos increíbles se cruzaban con los míos. Sus ojos… Son mi perdición, podría observarlos durante todo el día y nunca me cansaría.
— ¡Eli! –Me chillaron las niñas del club de tenis, acercándose corriendo a mí. Las miré con sorpresa y pánico. Salté hacia atrás instintivamente. Estaban empapadas y querían abrazarme.
— ¡No! ¡¡Nonononononono me empapareis!! Ni hablar –Grité con las manos delante de mí, dando pasos hacia atrás hasta que estuve corriendo por los bordes de la piscina con ellas detrás, gritando.
Después de 5 minutos corriendo por la piscina me cortaron el paso y me quedé quieta hasta que me pillaron, dándome un abrazo las dos a la vez, mojándome. Me puse a reír y las aparté. Sacudí la cabeza a la vez que doblaba mi camiseta para quitar un poco el agua. Al menos el pantalón no lo tenía muy mojado.
Raquel, al ver a las niñas mojarme, no pudo resistirse. Cuando la vi acercarse con los brazos abiertos sabía que lo hacía por maldad, porque ella no es muy de abrazos. Suspiré.
— ¿Tú también? Qué pesadas… -Dije a la vez que me dejaba abrazar. Raquel se rio y yo le di una mirada asesina y me reí falsamente.
Me sacudí. Miré hacia la piscina buscando a Erik, pero no lo vi. Por un momento me asusté. ¿Se habrá ido? ¿Sin decir nada? Suspiré Es capaz…
—Eli, ¿Quieres que yo también te dé un abrazo? –Oí a alguien decir detrás de mí, con una voz muy familiar, Erik. Me giré sorprendida y lo miré fijamente sin saber si lo decía enserio o no. Raquel se fue sin decir nada, como si nunca hubiera estado allí.
Al ver que no reaccionaba se me acercó y me rodeó con los brazos. Me levantó del suelo y colocó mis piernas alrededor de su cintura. Oh no, nonono, no puede tirarme, ¿Qué me pongo después sino?
—Erik, No, ni se te ocurra tirarme. Erik no, ¡NO! –Grité a la vez que me apretaba contra su pecho desnudo rodeando con los brazos su cuello.
—Si para que te cojas de mi cuello de esta manera tengo que amenazarte con tirarte a la piscina, lo haré siempre –Susurró él en mi oído, provocando piel de gallina por todo mi cuerpo y le di un golpe en el hombro.
—Erik, por favor –Le supliqué, mordiéndome el labio. Se me quedó mirado los labios fijamente. Podría besarlo para distraerlo. Me lo pensé un momento. No, no puedo. Si empiezo, no voy a ser capaz de parar. Si eso ocurre, no va a servir de nada –Erik, no tengo más ropa que esta. No me tires, por favor –Añadí, esperando persuadirlo.
La expresión de su cara no cambió y perdí la sonrisa de la cara, dándome cuenta de que realmente iba a tirarme. Oh-oh. De repente, colocó una mano en mi nuca, me apartó de su hombro y me miró fijamente. Colocó su frente sobre la mía.
—Te dije que no te librarías tan fácilmente, ¿Recuerdas? –Me dijo, levanté las cejas totalmente sorprendida. Entonces caí. Mierda, cuando le di la grapadora. Dijo que no me libraría de esa. Así que es rencoroso. No me lo puedo creer.
Ah, que rencoroso que eres, ¿No? Cabrón... –Dije, intentando distraerlo hablando para que no me tirara. Parece que funciona, a ver si consigo que no me tire.
Solo contigo, mi amor –Dijo él con un hilo de voz. Jadeé al oír la segunda parte. La sonrisa radiante que se formó en mis labios no tiene nombre. Acerqué mi cara a la suya, con la intención de besarlo. Entonces… cuando estaba a punto de besarle…
Entonces, solamente entonces… Saltó al agua. 

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