—Woo,
¿Temprano? No lo entiendo, ¿Acaso ha venido Erik a picarte a la ventana y te ha
pedido matrimonio? –Dijo Raquel burlándose, cuando salió del coche. Me reí. Me
vio ya parada allí, vestida con mis pantalones cortos de color naranja claro y
una camiseta amarilla de tirantes que dejaba ver claramente la forma de mis
pechos. Me había puesto mis sandalias de cintas, tipo cebra.
Era inusual
que yo estuviera temprano en la puerta, ya que siempre salía al cuarto pitido
del timbre. Eso de levantarse temprano no
va conmigo, está claro. Pero hoy es diferente.
Ese día me
sentía diferente, ese día sí que tenía un presentimiento extraño. Me había
levantado antes de que el despertador sonara. Solo abrir los ojos supe que algo
iba a pasar. No sé qué me depara el
futuro, pero me alegro de no saberlo. Simplemente tengo la sensación de que va
a pasar algo, a lo mejor no pasa nada en el final y estoy aquí dándole vueltas
a la cabeza sin razón alguna.
Puse los ojos
en blanco ante las acusaciones de Raquel. Le sonreí por el simple hecho de
hacerme reír de buena mañana.
—Puede, nunca
lo sabrás –Dije yo misteriosa antes de subir al coche. Me gané una mirada
confusa por su parte, como si de verdad pensara que algo había pasado. Me reí
aún más que antes, al ver que me reía de ella entrecerró los ojos en mi
dirección desde el retrovisor.
Llegamos allí
y solamente cruzar el umbral de la puerta mi corazón martilleó en mi pecho como
si hubiera puesto la marcha 6. Intenté relajarme y tomar control sobre mi
cuerpo, ya que no quería que él me viera alterada por su culpa. No quiero mostrar debilidad, ya he mostrado
bastante. Ya me he sentido suficientemente fuera de control desde que lo
conocí. Nunca llegué a imaginarme que una persona pudiera afectarme tanto. Un
simple movimiento suyo puede controlar el ritmo cardíaco de mi corazón, la
función de mis pulmones o incluso mi capacidad de pensar racionalmente. Nunca
me he sentido así, y eso me asusta. Aparte del miedo, también siento
excitación. ¿Y si funciona? ¿Y si no? Si no se arriesga, no se gana. Yo ya me
he arriesgado, solo falta que él lo haga. Espero que lo haga pronto, porque no
creo poder aguantar estar ni un minuto más tan cerca de él y no poder tocarlo,
besarlo.
—Buenos días
señoritas –Dijo alguien delante de mí. Levanté la cabeza confundida. Me había
parado en medio del pasillo absorta en mis pensamientos. Raquel estaba a mi
lado mirándome preocupada. Quim estaba delante de mí, mirándome. Levanté las
cejas haciendo una pregunta silenciosa “¿Qué
quieres?”. Él en vez de contestarme se giró hacia Raquel y le hizo una
señal. Pero ella estaba mirándome a mí y no lo vio. Me giré hacia ella y
entonces miró a Quim, como si al cruzarse nuestras miradas, la sacara de su
mundo – ¿Puedo hablar contigo? –Añadió Quim, llamando la atención de Raquel. Ella
asintió rápidamente, me miró un segundo y se fue con él.
—No vais a
conseguir nada con vuestras estrategias –Dije yo antes de que desaparecieran de
mi vista por completo. Sonreí ante la idea de estar empujada hacia Erik por
ellos dos.
—Eso ya lo
veremos –Dijo Quim, seguro de sí mismo, consiguiendo una risita por parte de
Raquel. Así que se creen muy listos eh,
algo deben tener planeado. Pero la verdad es que no me importa si tiene un plan
maestro o no. Si de verdad funciona su súper-mega-secreto-plan-maestro
bienvenido sea.
Caminé por el
pasillo para ir a dejar mi bolso, bueno, realmente era para pasearme. Quiero verlo, aunque no pueda hacer nada.
Simplemente quiero que esos ojos azul increíbles me atraviesen. Con una simple
mirada me conformo.
Estaba
paseando por los pasillos, buscándolo. En ese momento oí su voz grave tan sexy
que simplemente me provocaba escalofríos. La voz provenía de detrás de mí, no
muy lejos. Me giré y me choqué directamente con la intensidad de su mirada.
Luego pasé a su sonrisa y me quedé sin aliento, podía sentir el aire rehuir mis
pulmones. No sabía cómo actuar, si debía o no decir algo. Él tiene que decidir si expresar lo que siente, así que mejor lo dejo
tranquilo para que organice sus ideas. Fui directa hacia él, y cuando él
abrió la boca para decir algo, pasé de largo. Ya no voy a dejar el bolso en una clase, me voy directa al despacho. Suspiré.
Espero que el no hacerle caso funcione de
verdad.
Me dirigí al
despacho a dejar el bolso. Me senté en la silla delante del ordenador y retoqué
la lista que el día anterior me había dejado pendiente. La imprimí y me dirigí
a pasar lista por el colegio, sin ganas de pasar por el campo de futbol. No me veo con la voluntad suficiente como
para mirar directamente a sus ojos y no besarlo. No rodear su cuello con mis
brazos, oliendo su perfume y notando sus brazos recorrer mi espalda y apretarme
contra su fuerte y amplio pecho. Basta, si sigo así voy acabar corriendo a sus
brazos sin pestañear. Mejor acabo ya con esto, voy a pedirle a Jordi la lista
de asistencias y se acabó. A lo mejor nunca voy a acabar con él, simplemente he
sido una ilusa por pensarlo.
Suspiré y me
dirigí, después de pasar por el colegio entero, hacia el campo de fútbol. Cogí
aire antes de atravesar la puerta que me llevaba hasta allí. Di unos pasos en
esa dirección y me petrifiqué al verlo reírse con los niños. Estaba rodeado y
todos estaban jugando con él, la sonrisa en su cara era la más maravillosa que
había visto nunca. Tengo que admitir que
estoy un poco celosa de la razón de su sonrisa, me gustaría que tuviera esa
sonrisa en su cara por mí. Pero no se puede tener todo en esta vida ¿no?
Fui hacia
Quim, quien me miró con los ojos entrecerrados, como si estuviera intentando
resolver un enigma y yo fuera el misterio principal. Levanté las cejas,
intrigada.
— ¿Algo que
decir? –Le pregunté con el ceño fruncido. Me miró sorprendido, como si no fuera
consciente de estar expresando lo que pasaba por su mente con tal claridad.
Negó con la
cabeza repetidamente, como si no solo quisiera negarme una previa conspiración
sino también aclarar sus ideas.
—De acuerdo
entonces, ¿Asistencias? –Pregunté a la vez que bajaba a la vista hacia el papel
que estaba sosteniendo entre sus grandes manos. Intentando atravesar con la
mirada el papel. Al no ver ninguna reacción o movimiento por parte de la torre
humana justo delante de mí, levanté la vista a ver si conseguía apuntarme las
asistencias antes de que fuera medianoche. Pero Quim no me estaba mirando,
estaba mirando por encima de mí con el ceño fruncido y acto seguido asintió con
la cabeza, como si estuviera hablando con alguien simplemente con la mirada.
Me giré y vi a
Erik girar la cabeza como si fuera un muelle que hubieran estirado hasta el
límite y tuviera que volver a su forma original. Me salió una risita nerviosa
sin poderla controlar. Aquí pasa algo,
están tramando algo. Esta vez no solo se trata de Riri y Quim, sino que se ha
añadido Erik al grupo de espías. Esto está yendo cada vez más lejos. ¿Qué
pretenden? Suspiré y me giré de nuevo a Quim con cara resignada.
—Si no me vas
a dar la hoja de asistencias, debería ir a pedir las otras antes de que me haga
vieja –Dije, a lo mejor, más enfadada de lo que realmente me sentía. Pero el hecho de saber que están conspirando
a mis espaldas me pone los pelos de punta y me hace hervir la sangre. ¿Pero el hecho de que él esté dentro del
grupito, no es en realidad algo bueno? Si está dentro del grupo significa que
siente algo por mí y está luchando para conseguir que lo entienda. O puede que
esté completamente equivocada, Quien sabe. No sé qué pensar, en todo lo que
puedo pensar es en él, no puedo evitarlo. Pero sigo teniendo la misma sensación
de que algo va a pasar, puede que salga herida de este “amor de verano”. Pero aunque
resulte de esa manera, habrá valido la pena conocerlo. No cambiaría nada si
volviera a vivirlo, no aunque esto pueda salir mal.
Me giré y me
dirigí hacia otro monitor para conseguir las asistencias. Me sonrió y me tendió
la hoja, le sonreí en respuesta y me puse a apuntar. Por el rabillo del ojo vi
a Erik moverse hacia Quim y no pude evitar dejar de escribir y mirar en su
dirección. Quim me pilló mirándolos y le dijo algo a Erik, quien se giró en la
dirección contraria y se fue. Vale, ¿Se
piensan, acaso, que son James Bond o algo parecido? Esto les está yendo muy
pero que muy mal. No entiendo nada, la verdad.
Suspiré y
volví a escribir. Estoy suspirando mucho
últimamente, este hombre me tiene suspirando continuamente por él. Esto no
puede ser sano.
Una vez hube
conseguido lo que quería de ese grupo, me moví hacia Jordi despidiéndome del
monitor del otro grupo.
—Buenos días,
Jordi. ¿Asistencias? –Le dije, esta vez sí que tenía que decírmelo él, Erik
había desaparecido de la faz de la tierra de manera muy sospechosa. Jordi miró
a sus lados, claramente buscándolo –Ni lo intentes, ha desaparecido –Añadí para
que dejara de buscar inútilmente.
— ¿Qué? Sí no
paraba de hablar de… –Se paró de golpe al ver mi cara de confusión. Ladeé la
cabeza aún más confundida. Negó con la cabeza rápidamente sin decir nada más.
Jadeé.
—Genial,
simplemente genial. Se acabó –Me giré enfadada y me dirigí dentro del colegio.
Oí a Jordi llamarme y acercarse a mí, incluso noté una mano suya en mi brazo
derecho. Sacudí el brazo apartando su mano sin girarme. Caminé haciendo eco en
las paredes con mis sandalias. Se acabó,
se acabó la conspiración en mi contra. No puedo más. A pesar del hecho de no
ser nada cotilla, cuando sé que tiene que ver conmigo y sobretodo con él, no
puedo evitar morderme las uñas de los nervios. Tiene que arreglarse todo esto,
tengo que saberlo. ¿Quiere realmente estar conmigo? Puede que la respuesta me
duela de verdad, pero necesito saberlo, sino me voy a volver loca.
Estaba pasando
por el pasillo, sin saber realmente dónde buscar, cuando alguien me estiró del
brazo hacia uno de los vestuarios. Intenté chillar, pero una mano grande y
fuerte fue colocada en mi boca evitándolo. Tiré mi codo hacia atrás y golpeé
con fuerza el vientre de mi agresor, ganándome un gruñido grave y profundo por
su parte. Me giré para ver quién me había “secuestrado” dentro de un vestuario.
Cuando vi quién era, respiré aliviada e instantáneamente me sentí culpable.
—Lo siento,
¿Te duele? ¡Me has asustado! –Me acerqué y coloqué mis manos en su fuerte
pecho. Cuando esos ojos azules tan increíbles me atravesaron no pude evitar
acercarme más a él y rodear su cuello con mis brazos. Él al instante me rodeó,
haciéndome sentir pequeña e indefensa, me apretó hacia su pecho con fuerza como
si el dolor en su pecho hubiera desparecido así sin más. Cuando su respiración
se volvió más normal, me aparté, mirándolo.
— ¿Qué está pasando?
No entiendo nada, sé que estás planeando algo con Quim y Riri, pero no sé qué
es. Me pones nerviosa, ahora hablando a escondidas con alguien, ahora pasando a
través de mí como si no existiera. ¿Qué pretendes, volverme loca? Porque,
enserio, lo estás consiguiendo... –Dije sacando las palabras que tenía
retenidas en mi mente, como si se hubiera abierto un grifo y estuviera
escupiendo sin poder controlarlo. Erik me paró de repente, poniendo una mano en
mi boca callándome al instante. Me miraba con una sonrisa en la cara, una
sonrisa que hubiera provocado un grito salir de mi garganta si él no hubiera
tenido su mano allí evitándolo. Cuando pensó que no iba a gritar más ni hablar
como un loro drogado, sacó su mano de mi boca, pero la mantuvo en mi mejilla
provocando el color subir hacia mis pómulos.
—Tenemos que
hablar –Dijo él con un hilo de voz, pero tan seguro y firme que sentí mis
piernas temblar con anticipación y curiosidad.
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