sábado, 16 de marzo de 2013

Capítulo 24


—Woo, ¿Temprano? No lo entiendo, ¿Acaso ha venido Erik a picarte a la ventana y te ha pedido matrimonio? –Dijo Raquel burlándose, cuando salió del coche. Me reí. Me vio ya parada allí, vestida con mis pantalones cortos de color naranja claro y una camiseta amarilla de tirantes que dejaba ver claramente la forma de mis pechos. Me había puesto mis sandalias de cintas, tipo cebra.
Era inusual que yo estuviera temprano en la puerta, ya que siempre salía al cuarto pitido del timbre. Eso de levantarse temprano no va conmigo, está claro. Pero hoy es diferente.
Ese día me sentía diferente, ese día sí que tenía un presentimiento extraño. Me había levantado antes de que el despertador sonara. Solo abrir los ojos supe que algo iba a pasar. No sé qué me depara el futuro, pero me alegro de no saberlo. Simplemente tengo la sensación de que va a pasar algo, a lo mejor no pasa nada en el final y estoy aquí dándole vueltas a la cabeza sin razón alguna.
Puse los ojos en blanco ante las acusaciones de Raquel. Le sonreí por el simple hecho de hacerme reír de buena mañana.
—Puede, nunca lo sabrás –Dije yo misteriosa antes de subir al coche. Me gané una mirada confusa por su parte, como si de verdad pensara que algo había pasado. Me reí aún más que antes, al ver que me reía de ella entrecerró los ojos en mi dirección desde el retrovisor.
Llegamos allí y solamente cruzar el umbral de la puerta mi corazón martilleó en mi pecho como si hubiera puesto la marcha 6. Intenté relajarme y tomar control sobre mi cuerpo, ya que no quería que él me viera alterada por su culpa. No quiero mostrar debilidad, ya he mostrado bastante. Ya me he sentido suficientemente fuera de control desde que lo conocí. Nunca llegué a imaginarme que una persona pudiera afectarme tanto. Un simple movimiento suyo puede controlar el ritmo cardíaco de mi corazón, la función de mis pulmones o incluso mi capacidad de pensar racionalmente. Nunca me he sentido así, y eso me asusta. Aparte del miedo, también siento excitación. ¿Y si funciona? ¿Y si no? Si no se arriesga, no se gana. Yo ya me he arriesgado, solo falta que él lo haga. Espero que lo haga pronto, porque no creo poder aguantar estar ni un minuto más tan cerca de él y no poder tocarlo, besarlo.
—Buenos días señoritas –Dijo alguien delante de mí. Levanté la cabeza confundida. Me había parado en medio del pasillo absorta en mis pensamientos. Raquel estaba a mi lado mirándome preocupada. Quim estaba delante de mí, mirándome. Levanté las cejas haciendo una pregunta silenciosa “¿Qué quieres?”. Él en vez de contestarme se giró hacia Raquel y le hizo una señal. Pero ella estaba mirándome a mí y no lo vio. Me giré hacia ella y entonces miró a Quim, como si al cruzarse nuestras miradas, la sacara de su mundo – ¿Puedo hablar contigo? –Añadió Quim, llamando la atención de Raquel. Ella asintió rápidamente, me miró un segundo y se fue con él.
—No vais a conseguir nada con vuestras estrategias –Dije yo antes de que desaparecieran de mi vista por completo. Sonreí ante la idea de estar empujada hacia Erik por ellos dos.
—Eso ya lo veremos –Dijo Quim, seguro de sí mismo, consiguiendo una risita por parte de Raquel. Así que se creen muy listos eh, algo deben tener planeado. Pero la verdad es que no me importa si tiene un plan maestro o no. Si de verdad funciona su súper-mega-secreto-plan-maestro bienvenido sea.
Caminé por el pasillo para ir a dejar mi bolso, bueno, realmente era para pasearme. Quiero verlo, aunque no pueda hacer nada. Simplemente quiero que esos ojos azul increíbles me atraviesen. Con una simple mirada me conformo.
Estaba paseando por los pasillos, buscándolo. En ese momento oí su voz grave tan sexy que simplemente me provocaba escalofríos. La voz provenía de detrás de mí, no muy lejos. Me giré y me choqué directamente con la intensidad de su mirada. Luego pasé a su sonrisa y me quedé sin aliento, podía sentir el aire rehuir mis pulmones. No sabía cómo actuar, si debía o no decir algo. Él tiene que decidir si expresar lo que siente, así que mejor lo dejo tranquilo para que organice sus ideas. Fui directa hacia él, y cuando él abrió la boca para decir algo, pasé de largo. Ya no voy a dejar el bolso en una clase, me voy directa al despacho. Suspiré. Espero que el no hacerle caso funcione de verdad.
Me dirigí al despacho a dejar el bolso. Me senté en la silla delante del ordenador y retoqué la lista que el día anterior me había dejado pendiente. La imprimí y me dirigí a pasar lista por el colegio, sin ganas de pasar por el campo de futbol. No me veo con la voluntad suficiente como para mirar directamente a sus ojos y no besarlo. No rodear su cuello con mis brazos, oliendo su perfume y notando sus brazos recorrer mi espalda y apretarme contra su fuerte y amplio pecho. Basta, si sigo así voy acabar corriendo a sus brazos sin pestañear. Mejor acabo ya con esto, voy a pedirle a Jordi la lista de asistencias y se acabó. A lo mejor nunca voy a acabar con él, simplemente he sido una ilusa por pensarlo.
Suspiré y me dirigí, después de pasar por el colegio entero, hacia el campo de fútbol. Cogí aire antes de atravesar la puerta que me llevaba hasta allí. Di unos pasos en esa dirección y me petrifiqué al verlo reírse con los niños. Estaba rodeado y todos estaban jugando con él, la sonrisa en su cara era la más maravillosa que había visto nunca. Tengo que admitir que estoy un poco celosa de la razón de su sonrisa, me gustaría que tuviera esa sonrisa en su cara por mí. Pero no se puede tener todo en esta vida ¿no?
Fui hacia Quim, quien me miró con los ojos entrecerrados, como si estuviera intentando resolver un enigma y yo fuera el misterio principal. Levanté las cejas, intrigada.
— ¿Algo que decir? –Le pregunté con el ceño fruncido. Me miró sorprendido, como si no fuera consciente de estar expresando lo que pasaba por su mente con tal claridad.
Negó con la cabeza repetidamente, como si no solo quisiera negarme una previa conspiración sino también aclarar sus ideas.
—De acuerdo entonces, ¿Asistencias? –Pregunté a la vez que bajaba a la vista hacia el papel que estaba sosteniendo entre sus grandes manos. Intentando atravesar con la mirada el papel. Al no ver ninguna reacción o movimiento por parte de la torre humana justo delante de mí, levanté la vista a ver si conseguía apuntarme las asistencias antes de que fuera medianoche. Pero Quim no me estaba mirando, estaba mirando por encima de mí con el ceño fruncido y acto seguido asintió con la cabeza, como si estuviera hablando con alguien simplemente con la mirada.
Me giré y vi a Erik girar la cabeza como si fuera un muelle que hubieran estirado hasta el límite y tuviera que volver a su forma original. Me salió una risita nerviosa sin poderla controlar. Aquí pasa algo, están tramando algo. Esta vez no solo se trata de Riri y Quim, sino que se ha añadido Erik al grupo de espías. Esto está yendo cada vez más lejos. ¿Qué pretenden? Suspiré y me giré de nuevo a Quim con cara resignada.
—Si no me vas a dar la hoja de asistencias, debería ir a pedir las otras antes de que me haga vieja –Dije, a lo mejor, más enfadada de lo que realmente me sentía. Pero el hecho de saber que están conspirando a mis espaldas me pone los pelos de punta y me hace hervir la sangre. ¿Pero el hecho de que él esté dentro del grupito, no es en realidad algo bueno? Si está dentro del grupo significa que siente algo por mí y está luchando para conseguir que lo entienda. O puede que esté completamente equivocada, Quien sabe. No sé qué pensar, en todo lo que puedo pensar es en él, no puedo evitarlo. Pero sigo teniendo la misma sensación de que algo va a pasar, puede que salga herida de este “amor de verano”. Pero aunque resulte de esa manera, habrá valido la pena conocerlo. No cambiaría nada si volviera a vivirlo, no aunque esto pueda salir mal.
Me giré y me dirigí hacia otro monitor para conseguir las asistencias. Me sonrió y me tendió la hoja, le sonreí en respuesta y me puse a apuntar. Por el rabillo del ojo vi a Erik moverse hacia Quim y no pude evitar dejar de escribir y mirar en su dirección. Quim me pilló mirándolos y le dijo algo a Erik, quien se giró en la dirección contraria y se fue. Vale, ¿Se piensan, acaso, que son James Bond o algo parecido? Esto les está yendo muy pero que muy mal. No entiendo nada, la verdad.
Suspiré y volví a escribir. Estoy suspirando mucho últimamente, este hombre me tiene suspirando continuamente por él. Esto no puede ser sano.
Una vez hube conseguido lo que quería de ese grupo, me moví hacia Jordi despidiéndome del monitor del otro grupo.  
—Buenos días, Jordi. ¿Asistencias? –Le dije, esta vez sí que tenía que decírmelo él, Erik había desaparecido de la faz de la tierra de manera muy sospechosa. Jordi miró a sus lados, claramente buscándolo –Ni lo intentes, ha desaparecido –Añadí para que dejara de buscar inútilmente.
— ¿Qué? Sí no paraba de hablar de… –Se paró de golpe al ver mi cara de confusión. Ladeé la cabeza aún más confundida. Negó con la cabeza rápidamente sin decir nada más. Jadeé.
—Genial, simplemente genial. Se acabó –Me giré enfadada y me dirigí dentro del colegio. Oí a Jordi llamarme y acercarse a mí, incluso noté una mano suya en mi brazo derecho. Sacudí el brazo apartando su mano sin girarme. Caminé haciendo eco en las paredes con mis sandalias. Se acabó, se acabó la conspiración en mi contra. No puedo más. A pesar del hecho de no ser nada cotilla, cuando sé que tiene que ver conmigo y sobretodo con él, no puedo evitar morderme las uñas de los nervios. Tiene que arreglarse todo esto, tengo que saberlo. ¿Quiere realmente estar conmigo? Puede que la respuesta me duela de verdad, pero necesito saberlo, sino me voy a volver loca.
Estaba pasando por el pasillo, sin saber realmente dónde buscar, cuando alguien me estiró del brazo hacia uno de los vestuarios. Intenté chillar, pero una mano grande y fuerte fue colocada en mi boca evitándolo. Tiré mi codo hacia atrás y golpeé con fuerza el vientre de mi agresor, ganándome un gruñido grave y profundo por su parte. Me giré para ver quién me había “secuestrado” dentro de un vestuario. Cuando vi quién era, respiré aliviada e instantáneamente me sentí culpable.
—Lo siento, ¿Te duele? ¡Me has asustado! –Me acerqué y coloqué mis manos en su fuerte pecho. Cuando esos ojos azules tan increíbles me atravesaron no pude evitar acercarme más a él y rodear su cuello con mis brazos. Él al instante me rodeó, haciéndome sentir pequeña e indefensa, me apretó hacia su pecho con fuerza como si el dolor en su pecho hubiera desparecido así sin más. Cuando su respiración se volvió más normal, me aparté, mirándolo.
— ¿Qué está pasando? No entiendo nada, sé que estás planeando algo con Quim y Riri, pero no sé qué es. Me pones nerviosa, ahora hablando a escondidas con alguien, ahora pasando a través de mí como si no existiera. ¿Qué pretendes, volverme loca? Porque, enserio, lo estás consiguiendo... –Dije sacando las palabras que tenía retenidas en mi mente, como si se hubiera abierto un grifo y estuviera escupiendo sin poder controlarlo. Erik me paró de repente, poniendo una mano en mi boca callándome al instante. Me miraba con una sonrisa en la cara, una sonrisa que hubiera provocado un grito salir de mi garganta si él no hubiera tenido su mano allí evitándolo. Cuando pensó que no iba a gritar más ni hablar como un loro drogado, sacó su mano de mi boca, pero la mantuvo en mi mejilla provocando el color subir hacia mis pómulos.
—Tenemos que hablar –Dijo él con un hilo de voz, pero tan seguro y firme que sentí mis piernas temblar con anticipación y curiosidad.

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