Esa mañana cuando sonó el
despertador me levanté con más ímpetu. Hoy
me voy a port aventura, hoy me lo voy a pasar genial. Voy a pasarme el día
entero con Marcus y Edu y voy a ponerlo celoso hasta que no pueda soportarlo
más. Sonreí ante el pensamiento. Miré mi armario con cara de sueño y me
decidí por mis pantalones cortitos tejanos y la camiseta amarilla fosforito,
para que los niños puedan verme fácilmente y no se pierdan. Me até el pelo en
una coleta y me coloqué una gorra negra para evitar una insolación. Pensando en
lo más práctico, cambié el bolso por una mochila pequeña. Cogí mi desayuno y me
dirigí fuera justo en el momento en el que Raquel tocaba el timbre.
Cuando llegué al colegio me
dirigí al grupo de los pequeños, donde esperaba recibir información sobre el
grupo que iba a supervisar por el resto de día. Cuando llegué allí, me encontré
con muchas profesoras y el monitor de deportes que al verme se me acercó.
—Eli, te necesito en el grupo de
los grandes, aquí ya hay suficientes –Sonreí satisfecha, era justo lo que
quería. Asentí con la cabeza y con una sonrisa me dirigí a la clase donde se
encontraba Marcus con todos los grandes. Solo atravesar el marco de la puerta
me quedé de piedra, sentados en las sillas en medio de la clase se encontraban
Quim y Erik hablando, que cuando se dieron cuenta de mi presencia pararon de
hablar al instante. Me sentí incómoda y fuera de lugar, pero Marcus lo notó y
vino a abrazarme. Me levantó del suelo en dos segundos y me sacó de la clase.
Cuando estaba entre los brazos de Marcus, por encima de su hombro vi una figura
moverse en mi dirección, me fijé y sonreí, era Raquel.
—Chicos, voy a ir con vosotros a la excursión, voy en vuestro
grupo porque en el de los peques ya hay demasiadas monitoras –Dije yo con una
sonrisa, saltando de la alegría. Marcus al oír mis palabras, me volvió a
levantar del suelo, esta vez me dio vueltas. Me puse a reír, con mis brazos
fuertemente enrollados alrededor de su cuello. Raquel me dio una mirada
significativa, justo cuando salió por la puerta Erik.
—Así que vienes con nosotros. A ver si voy a tener que
salvarte, Princesa. ¿Tienes miedo a las atracciones fuertes? –Me dijo Erik con
una sonrisa en la cara, lo miré fijamente.
—Sí, vengo con nosotros. Y no, no tendrás que salvarme ni
le tengo miedo a las atracciones fuertes, ¿Vale? No soy una damisela en apuros
a la que tengas que salvar de las fauces de un dragón escupe-fuego –Giré la
cabeza, para dirigirme hacia otro lugar, pero algo me paró.
—Aparte, si en algún momento necesita que la salven me
tiene a mí, no lo olvides –Oí a Marcus contestar, me giré para ver la situación
y no pude evitar reírme. Estaban uno delante del otro, mirándose fijamente retándose
con la mirada.
—Basta –Dije yo, poniéndome en medio. Miré a Erik, quien
me devolvió la mirada, herido y enfadado. Me miró furioso y se fue chocando su
hombro con el mío haciéndome tambalear hacia atrás. Jadeé herida. Aaarg, estoy harta. No quiero que se enfade,
quiero que se enfrente a lo que siente. Es evidente que compartimos los mismos
sentimientos, ¿Cuesta tanto expresarlos? Suspiré resignada y miré a Raquel,
a ver si ella tenía alguna solución en mente. Pero Raquel no estaba pendiente
de mí, estaba compartiendo una mirada significativa con Quim. Algo pasa entre estos dos, voy a tener que
averiguarlo. Cuando Quim me miró, Raquel se dio cuenta de que la estaba
observando. Miró hacia otro lado evitando mi mirada. Levanté la ceja y me miró
expresando falsa confusión. Ladeé la cabeza, dejándole ver que no la creía y se
encogió de hombros. Suspiré de nuevo y me dirigí fuera para escoger el autobús,
para no coincidir con Erik. Esto se me
está yendo de las manos, no puedo saber qué va a hacer a continuación. Ahora
estoy en el limbo, no estoy con él, pero tampoco estoy sin él. Odio estas
situaciones, no sé cómo actuar. Tengo mucho miedo de salir herida de esta
situación, más aun viendo lo poco que se enfrenta a sus sentimientos. Está
claro que él también tiene miedo.
— ¿Te sientas conmigo? –Me preguntó Edu, que acababa de
llegar, sorprendiéndome. Me dio un abrazo cariñoso, saludándome.
—Claro, ¿En qué bus? –Le pregunté mirando hacia los dos
autobuses curiosa. No vi a Erik por ningún lado, así que me sentí libre de
escoger el autobús que más me gustara. Miré hacia Edu, y él se encogió de
hombros.
—Vale, a ese mismo entonces –Dije, señalando al autobús
de la derecha, y nos dirigimos hacia allí.
De pronto, cuando estaba a punto de subir al autobús, oí
la voz de Erik. Me giré para averiguar a qué autobús iba a ir. Estaba caminando
hacia los autobuses con Quim a su lado hablando con Raquel. Erik, evidentemente
fuera de la conversación, me miraba fijamente. Al verme observarlo, sonrió.
Entrecerré los ojos hacia él. Está
pensando en algo, esto tiene muy mala pinta. Vino directo al autobús donde
me encontraba yo. Antes de que pudiera acercarse más, entré con Edu. Nos fuimos
a la parte de atrás y me senté al lado de la ventana. Me quedé mirando por la
ventana soñando despierta hasta que el autobús estuvo lleno. Erik se sentó
delante de mí y puso el asiento hacia atrás, poniéndose cómodo. Me moví sin
decir nada hasta la ventana de la otra parte del autobús, en la misma fila. Edu
en cambio, se quedó dónde estaba. Me giré y me puse sentada con los pies en la
otra butaca, apoyada en el cristal de la ventana. Apoyé la cabeza en el
asiento, dándome cuenta de lo cansada que estaba. Este cambio de emociones como si fuera una montaña rusa me pone de los
nervios. En poco tiempo me quedé dormida.
En un bache del autobús, me desperté. Al volver a nuestro
mundo, noté unos brazos a mí alrededor y además, no notaba la dureza del
asiento debajo. Abrí los ojos sorprendida y me encontré a Erik a pocos centímetros
de mi cara, con una sonrisa tan radiante que me cegó. Al ver su sonrisa, mis
sentimientos me la jugaron y no pude evitar sonreír. Da igual, me da igual. Si no me lo demuestra como quiero, da igual.
Quiero estar con él, aquí y ahora. Me gusta demasiado como para rechazarlo
ahora. Lo voy a dejar, pero solo por hoy. No voy a permitir que juegue con mis
sentimientos nunca más. Va a tener que enfrentarme, quiera o no. Apoyé la
cabeza en su hombro, y noté su pecho bajar de un golpe, había estado sosteniendo
la respiración en espera de mi reacción. Sonreí. Cerré los ojos y me acurruqué
entre sus brazos, no queriendo salir nunca. Como el trayecto era largo, no
dormí todo el camino.
— ¿Estás despierta, Princesa? –Me susurró al oído,
provocando que la piel se me pusiera de gallina por todo el cuerpo. Asentí e
intenté moverme, para sentarme en uno de los asientos, pero me lo impidió. Me
impidió moverme de sus brazos, cerrando más el agarre que me mantenía sujeta a
él.
—Estate quieta, o te hago cosquillas, es tu elección –Me
dijo divertido. No respondí. Un silencio se cernió sobre nosotros, pero no era
como otros que habíamos tenido, no era cómodo. Era muy incómodo, porque él
sabía que tenía que enfrentarse a lo que sentía. Por dios, que se enfrente a lo que siente lo más rápido posible, porque
no sé si podré estar tan cerca de él sin que me dé un ataque al corazón.
Llegamos al parque y me solté de su agarre, sintiendo al
instante un vacío muy grande. Suspiré exasperada. Voy a salir mal de esta situación, me lo veo.
Al bajar del bus, noté un brazo por encima de mis
hombros. Me giré preparada para apartar a Erik, pero no era Erik, era Marcus,
que me miró preocupado. Le sonreí, pero no salió como una sonrisa, salió más
como una mueca.
— ¿Cómo lo llevas? –Me preguntó con mirada preocupada. Me
encogí de hombros y miré hacia otra parte. Entonces tuve una idea para no pasar
el día con Erik y evitarme un ataque al corazón. No sé hasta dónde va a llegar mi autocontrol.
Me giré, apartando su brazo. Miré a la cantidad de niños,
éramos muchos.
—Somos muchos, ¿Y si mejor nos separamos? –Dije mirando a
Raquel, que miró de repente a Quim. Enserio,
aquí pasa algo, están tramando algo. Tengo que separarlos, o si no, me puedo
ver en problemas. Porque conociendo a Raquel, seguro que está maniobrando para
juntarme con Erik. Yo lo que quiero es que Erik consiga estar conmigo sin la
ayuda de nadie, que se lo gane. A lo mejor estoy pidiendo demasiado –Mejor
vamos Raquel, Marcus y yo en un grupo con la mitad de los niños y Quim, Erik y
Edu van en otro. ¿Os parece? Pues vamos, a hacer el grupo –Dije alto y claro
para que no quedara ninguna duda. Pero no me hicieron caso alguno.
—No, mejor Raquel y Eli venid con nosotros y Edu y Marcus
podéis ir solos con el otro grupo –Dijo Erik, decidido a pasar el día
molestándome. Noté a Marcus rodear mi cintura con un brazo. Mi corazón dio un
vuelco al observar a Erik determinado a pasar conmigo el día pasara lo que
pasara.
— ¿Por qué tenemos que ir así? A mí me gusta más la
opción de la Eli–Dijo, negándose a ceder. Me moví, no me sentía cómoda con el
brazo de Marcus en mi cintura. Erik claramente vio eso y contestó:
— ¿Acaso no eres lo suficientemente hombre como para
enfrentarte a un grupo de niños? –Dijo, pinchando a Marcus, intentando
conseguir lo que quería. Suspiré.
—Claro que puedo –Dijo él, aceptando el reto. Mierda, ya ha ganado Erik. Tendré que
pasarme el día con él. Miré a Raquel, que en ese momento estaba chocando
los cinco con Quim. Lo sabía, sabía que
había hecho algún plan con Quim para juntarnos.
—Demuéstralo. Decidido,
vámonos Eli –Dijo Erik, con una sonrisa de autosuficiencia. Me giré hacia Raquel
para enviarle una mirada asesina, por conspirar a mis espaldas. Me acerqué a Marcus
y lo abracé.
—Déjalo, ya no necesito que lo pongas celoso, no sirve de
nada. Gracias por todo igualmente, ¿Vale? –Le susurré en el oído cuando estuve
entre sus brazos, antes de separarme y dirigirme con los otros.
—De nada –Oí a Marcus susurrar detrás de mí.
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