sábado, 16 de marzo de 2013

Capítulo 18


—Wow, esto es impresionante, ¿Subimos Riri? –Dije con una emoción que no sabía que podía recobrar. Al ver la atracción más potente e impresionante del parque levantarse hasta el cielo, sabía que tenía que subir, pasara lo que pasara – ¿Y vosotros vais a subir? ¿O acaso tenéis miedo a las atracciones fuertes? –Dije, girándome. En la última pregunta, miré fijamente a Erik, repitiendo la pregunta que me había hecho él antes en el colegio. Me sonrió y negó con la cabeza – ¡Vamos, entonces! –Grité emocionadísima, dando un salto. Esto va a ser divertido, solo si puedo controlarme. Tendré que sentarme con Raquel.
— ¿Te vas a sentar conmigo, o prefieres sentarte con tu príncipe azul Quim? –Le pregunté levantando una ceja. Me miró con los ojos entrecerrados y negó con la cabeza repetidas veces. No poco.
—No es mi príncipe azul, en realidad no lo soporto. Y sí, me subiré contigo –Dijo ella, levantando la voz, molesta. Me miró fijamente y me puse a reír, mientras asentía dándole la razón como a los tontos. Ella se añadió segundos después. Ya, ya. No lo soporta dice. No me lo creo, veo una química entre los dos, aunque los dos la nieguen. De momento simplemente están aliados para juntarnos a Erik y a mí. Pero estoy segura que si no fuera por esa razón, se inventarían otra. Ahora mismo estoy concentrada en conseguir a Erik, que no es tarea fácil. Luego me encargo de Riri, que también tiene derecho a tener un príncipe azul. Si al final siente ni que sea la mitad de lo que siento yo por Erik, va a ser un éxito. Porque creo sinceramente que me gusta demasiado ese hombre.
—Ni hablar, tú te subes conmigo –Oí a MI Príncipe azul decir. Justo ahora, cuando estaba soñando despierta contigo, muy oportuno señorito. Me giré hacia él y lo miré con los ojos entrecerrados, negándome a ceder. Negué con la cabeza, dejándole ver que no sería tan fácil. Crucé los brazos en mi pecho. No voy a ir corriendo cada vez que me lo pida, tiene que ganárselo. No puede pretender conseguir todo lo que quiere siempre sin ningún esfuerzo añadido. Le saqué la lengua y me giré, adentrándome en la cola de la atracción con el brazo enlazado con el de Raquel.
A los pocos segundos ya teníamos a los dos detrás, haciendo cola. Podía sentir el cuerpo de Erik cerca del mío, podía sentir su calor. Tenía su pecho rozando mi espalda. Inconscientemente me eché hacia atrás y me apoyé en él. Había olvidado lo bien que se sentía tener su cuerpo tan cerca del mío. Noté su pecho subir de manera súbita, había soltado una risita. Sabía que estaba sonriendo, no sé porque, pero lo sabía. Me gusta mucho este hombre, y necesito que sepa qué siente por mí. No puedo dárselo todo masticado. Pero no puedo luchar contra lo que siento, mi cuerpo entero reacciona ante él, sin poder yo pararlo. Es demasiado. Queda claro como reacciono sin poder controlarlo como por ejemplo ahora, apoyada en él, contradiciendo mis propias acciones. Me encanta… soy totalmente incoherente. Suspiré y noté sus brazos moverse por mis costados, hasta que me estuvieron rodeando por la cintura y me apretaban contra él. ¿Y como se supone que yo tengo que reaccionar ante eso? Apoyé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos, oliendo su perfume. Respiré relajada acompasando mi respiración con la suya. Mierda, así no era como se suponía que tenía que reaccionar. No puedo resistirme a él, lo sabe y lo utiliza.
—Sabes que vas a sentarte a mi lado, ¿Verdad? –Susurró en mi oído, haciéndome temblar.
Negué de nuevo con la cabeza. Cuando ya las siguientes éramos Raquel y yo, me giré hacia él y le di un beso fugaz en el cuello antes de correr a escoger un lugar donde sentarme. Corrí a una de las primeras filas, ya que los asientos estaban más juntos. Me senté de un salto, como una niña pequeña y me giré para ver si Raquel se había sentado, pero en vez de Raquel, se estaba sentando Erik. Cuando me vio, sonrió con tal intensidad que no pude evitar reírme. Miré hacia atrás para ver a Raquel con cara resignada sentándose al lado de Quim. Cuando vio que la estaba mirando, miró hacia otro lado avergonzada. Sí, ahora evita mi mirada, muy maduro por tu parte. ¿Por qué no me haces caso y me sigues la corriente? Me lo estropeas todo…
— ¡De esta no te escapas, que lo sepas! –Grité ante el ruido de la atracción acelerándose y la gente chillando nerviosa. Era la primera vez que me subía, porque era una atracción nueva, y estaba un poco nerviosa. Erik, que no me quitaba el ojo de encima en ningún momento, me tendió su mano. Dudé, miré su mano y luego a él, así unas cuantas veces. Cuando él estaba justo a punto de quitarla, la tomé. Sonrió y me di cuenta que su sonrisa me brindaba más calor que el sol cegador encima de nuestras cabezas. Me apretó la mano y le devolví el apretón notando como se formaba una sonrisa en mi cara. Subimos y subimos y subimos por la rampa de la atracción para llegar a los 78 metros que mide la bajada. Una vez arriba, en el último momento, nos miramos y levantamos los brazos al mismo tiempo, riéndonos. Esto es impresionante, me siento como una enana cogida de su mano. Tiene la mano muy grande, se come la mía, chiquitina.
La atracción pasó por la bajada más grande e impresionante que había vivido nunca. Era una caída libre, completamente. Grité a pleno pulmón y lo oí gritar a él también. Saqué todo el estrés acumulado y la adrenalina se apoderó de mi cuerpo. Me sentí genial durante el trayecto de la atracción, entre subidas y bajadas, con los brazos arriba y su mano acunando la mía. En una de las bajadas lo miré y bajamos los brazos. Nos quedamos mirándonos fijamente como si nada más existiera, solo nosotros, mientras la atracción subía y bajaba, aún con las manos entrelazadas. De repente oímos un clic y vimos una luz. La foto. Nos hacen una foto en medio del trayecto, para venderla luego. Aparte del video. Este parque es una máquina de hacer dinero. Vienen millones de turistas y gente que no es extranjera, como nosotros, a este parque. Se aprovecha para ganar dinero con todo, la comida, bebida, fotos, camisetas, pulseras, etc. La lista es interminable. Incluso hay palomitas de sabores.
Eventualmente, la atracción se acabó y tuvimos que salir, por desgracia.
— ¡Wooooo! –Grité cuando la atracción se paró, soltando la adrenalina del cuerpo – ¡Ha sido genial! –Dije, con la voz ronca de tanto chillar. Quiero volver a subir, quiero volver a subir. Parezco una niña pequeña, nah, me da igual.
Cuando lo de seguridad se separó del asiento, salté fuera. Estaba tan emocionada que seguía dando saltos. Erik se puso a reír. Su risa me encanta, es melódica y real, completamente auténtica.
Me giré hacia él y me puse a reír también. Me miraba como si fuera la única persona en el mundo, y eso provocó que me flaquearan las piernas. Se acercó a mí protectoramente y me abrazó levantándome del suelo y dándome vueltas. Tenía sus brazos fuertemente enrollados en mi cintura. Para sostenerme, coloqué mis brazos alrededor de su cuello y me apreté contra él enterrando la cabeza entre su hombro y cuello.
Dejó de darme vueltas y desenterré mi cara de su cuello. Lo miré fijamente y me devolvió la mirada con la misma intensidad. Sentí cosquilleos por todo mi cuerpo, sobretodo el en estómago. Y prometo que no son de la montaña rusa. Este hombre tiene tal efecto sobre mí, que no voy a ser capaz de olvidarme de él nunca. No puedo más, a la mierda. Me acerqué más a él. Cada vez más, hasta que mi nariz rozaba con la suya ligeramente.
Cuando lo oí jadear, ya no pude aguantar más. Me lancé a su boca, atacándolo. En el instante en el que nuestros labios se tocaron fue como si una descarga pasara a través de nuestro cuerpo, desde el cuero cabelludo hasta la planta de los pies. Enrollé mis piernas alrededor de su cintura y enredé mis dedos entre su pelo. Profundicé el beso acercándolo más a mí con la ayuda de mis manos en su nuca. Él respondió al instante, colocando las manos en mi trasero, apretándome más a él. Nuestras bocas bailaban juntas, como si pertenecieran al mismo patrón y hubieran sido separadas a la fuerza. Noté una sonrisa en sus labios durante el beso. Y vaya beso. Había tanta pasión retenida, que dolía. La fiereza del beso dejaba ver la necesidad que teníamos el uno por el otro. No quedó más duda, me estaba enamorando de él, y no veía solución alguna. ¿Qué me está pasando? Iba a estar separada de él hasta que él dejara a la luz sus sentimientos. Adoro mi autocontrol. La verdad es que con lo referente a este hombre, el autocontrol se hace añicos. No puede ser, tengo que parar. No ¡PUEDO! Noté que una mano suya soltaba mi trasero y subía por mi espalda, pasando por debajo de mi camiseta extra-larga. Su mano recorrió la piel desnuda de mi espalda haciéndome temblar. Sonreí contra sus labios y le mordí el labio inferior, ganándome una risita por su parte. Le enredé el pelo, recorriendo mis dedos por su cuello y nuca, haciéndolo temblar. Necesitaba aire para respirar o sino por lo contrario iba a desmayarme. Así que separé nuestros labios y cogí una bocanada de aire. A los pocos segundos volví a unirlos rodeándole aún más el cuello con mis brazos, como si fuera a ahogarlo, cosa no pareció molestarle. Al contrario, me apretó más contra él. ¿En qué estoy pensando? Esto no es lo que quería que pasara, esto va a conseguir exactamente el efecto contrario al esperado.
Separé nuestros labios y moví mis piernas para dejarle ver que quería que me dejara en el suelo. Estábamos luchando por aire los dos, jadeando como si hubiéramos corrido una maratón. Me dejó en el suelo, con cara de confundido y aun respirando con dificultad. Tenía los labios rojos e hinchados. Me toqué los míos y los noté al rojo vivo. Se debía notar mucho qué acababa de pasar. ¿Qué acaba de pasar, exactamente? ¿Por qué tengo que ser tan impulsiva a veces? ¿Por qué no puedo controlar mis actos cuando estoy a su alrededor? No puede ser, tiene que ganarse esto y en cambio se lo he dejado en bandeja. No, no puede ser. Negué con la cabeza, que me daba vueltas. Me giré y me fui corriendo, aún con una mano sobre mis labios ardientes. 

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