sábado, 16 de marzo de 2013

Capítulo 3


-¡¡¡Raquel!!! –Dije, emocionadísima, mientras no podía parar de mirar hacia el campo de fútbol, donde mi ojo que me derrito se encontraba. Espera, ¿MI? ¿¿MI?? ¿Desde cuando era mio? Esto no tiene buena pinta.
-Eli, relax, inspira… expira… -Me calmó mi mejor amiga, en momentos como este, no sabría que hacer sin ella.
Ella es, Raquel, simplemente. Testaruda como ella sola, por eso siempre chocamos, porque yo soy igual de testaruda, parecemos hermanas de verdad. Incluso nos confunden, físicamente no nos parecemos mucho la verdad, según nosotras. De acuerdo, sí, un poco sí. Las dos tenemos el pelo largo y castaño, aunque ella lo tiene más oscuro y con reflejos rojizos cuando le da el sol. Yo en cambio, lo tengo más claro, con reflejos naranjas cuando da el sol, pero solo se ven si te fijas mucho. Tenemos la misma estatura más o menos, aunque Raquel es un poquitín más alta que yo.
Lo que más me gusta de ella son sus ojos, son camaleónicos, depende de la luz se le ven o grises, o verdes, o marrones, o incluso negros. Los míos son lo más común que te puedes encontrar, marrones chocolate, con un tono de miel en medio, que hace que al tener forma almendrada, al pintármelos se vean más felinos. Lo que caracteriza tanto nuestra amistad es el hacer de mama la una con la otra, siempre estamos ahí para la otra, siempre, pase lo que pase. Nos lo contamos todo, sin juzgar.
Al ser testarudas las dos, tenemos diferentes opiniones, pero las dos sabemos reconocer cuando nos equivocamos, así que si nos chillamos, sabemos que la una está haciendo lo mejor para la otra, y nos perdonamos al instante, reconociendo los errores cometidos. Una diferencia muy significativa entre las dos, es que Raquel es muy rencorosa, nunca se olvida de algo, aunque te perdone puede sacártelo en cara en cualquier momento. Yo no lo soy en absoluto, no puedo seguir enfadada más de un día, no puedo, soy incapaz, se me olvida el por qué, y sigo con mi vida.
En cambio, la cosa que más me gusta de nuestras diferencias es la capacidad de complementarnos, somos totalmente contrarias, ella habla y luego piensa, cuando yo estoy pensando mil veces antes de decir algo. Por eso muchas veces, cuando dice algo, justamente es lo que estoy pensando, ya que pensamos lo mismo siempre. A veces incluso decimos las cosas a la vez, haciéndonos parecer gemelas, y acabamos riéndonos como dos tontas, las dos tontas que somos. Podemos comunicarnos con la mirada, sea lo que sea, si nos miramos y nos reímos, tiembla. Su amistad para mí es muy importante, se conoce todas mis desgracias, todas mis manías, todas mis tonterías y las acepta como son. Igual que yo conozco todas sus debilidades, todas sus tonterías, manías y costumbres, y las acepto como son. Por eso nos conocemos tan bien, no puedo esconderle nada, nunca, porque lo puede leer en mi cara, en mi expresión, aunque nadie más lo haga. Es la única que no se deja engañar por mi sonrisa falsa, y eso a veces es irritante, porque no me gusta expresar lo que siento, no me gusta, así que tiendo a encerrarme en mi misma, hasta que ella me saca.
Las dos juntas nos complementamos, simplemente, nos complementamos. Yo le doy tranquilidad y sentido común, y ella me da valentía y ganas de sacar lo que llevo dentro. Así que hoy en día, estaría perdida sin ella.
-Vale, ya te has calmado, ¿que pasa? ¿Me vas a contar por fin que te pasa? Te dije que no se me olvidaría –Me dijo ella, sacándome de mi mundo.
-Sí, sí, a ver, es él, él es el culpable, no puedo controlar lo que digo o hago cuando él está cerca. –Dije, otra vez alborotada, dando miradas de soslayo hacia el campo, de nuevo, sin poder evitarlo.
-¿Quién? –Me preguntó ella con una mirada confusa, intentando adivinarlo, mirando en la misma dirección. Estábamos las dos colocadas fuera del campo, lo suficientemente lejos como para que no nos escucharan hablar los monitores, ella se había escapado un momento, ya que estaba ayudando a Tete con los enanos.
-Él, el ojo que me derrito –Le respondí casi sin aliento.
-¡Ah! ¿El monitor de ojos azules, al que no puedes sacar la mirada de encima? Y por lo que veo, él tampoco puede sacarte la mirada de encima, y para que lo diga yo… tela –Contestó ella, a la vez que miraba hacia el campo.
-¡Es mio! Que quede claro, mira lo que ha pasado –Le conté todo, absolutamente todo, con lo del príncipe azul, se puso a reír como una loca, evidentemente.
-Tranquila, todo tuyo, aparte, creo que sobra decirlo ya que no para de mirarte. ¿Eh, tu no tenías que dar no sé qué lista? –Me recordó ella, cambiando de tema.
-¡Qué tonta! Es verdad, toma, dásela a Tete, ¿Vale? Si no tiene a ninguno de estos niños, que se olvide, pero que pregunte a todos los de su grupo para asegurarnos, el tema de las alergias es muy delicado.
-Sí, sí, vete tranquila, ya te aviso si eso –Me dijo ella, dándose la vuelta para volver a su sitio, pero no sin antes darme un pequeño empujón hacia el campo, porque me había quedado petrificada mirándolo.
-Ya voy, ya voy –Le contesté mientras poco a poco me iba moviendo hacia el campo. Fui hacia uno de los monitores, si no recuerdo mal, se llamaba Quim.
-Quim, aquí tienes la lista de las alergias, si hay alguien que no esté apuntado me lo dices en seguida, ¿vale? –Le dije, con una sonrisa, mientras me daba la vuelta para seguir con mi recorrido.
-Hecho, y ¡cuidado con el pescado! –Dijo un poco más alto para que lo pudiera oír, ya que me iba alejando cada vez más. Me giré con una mirada confusa, preguntándole qué había querido decir. Él simplemente se quedó mirándome, riéndose de algún chiste interno. Bueno, no importa, ya me acabaré enterando, y si no, tampoco debe ser para tanto.
Seguí caminando por el enorme campo de fútbol, hacia el otro monitor, Juan se llamaba, el primero que me había pedido una lista de niños.
-Juan, aquí tienes la lista de alergias, es importante que me digas si hay alguno que no está apuntado –Le dije, con ganas ya de llegar al grupo de ojo que me derrito, quien no me quitaba el ojo de encima que lio de palabras, ¿No? Yo para evitar ser muy evidente, no lo miraba, pero alguna mirada de soslayo se me escapaba, sin querer. Una miradita no matará a nadie ¿Verdad? ¿Verdad?
-Mira, aquí ya veo que falta uno de mi grupo, Eli, apunta –Me dijo, mientras me miraba expectante.
-Otra vez, no tengo bolígrafo, un segundo, se lo pido a Jordi, él seguro que tiene uno –Me moví hacia donde se encontraba el ojo que me derrito, sentado en el campo, mirándome. Estaba sentado porque en su grupo había dos monitores, él y Jordi, a quien iba yo a pedir el bolígrafo. Al verme acercarse se levantó, con una sonrisa en la cara, yo al ver esa preciosa sonrisa, sonreí inevitablemente, y miré hacia el suelo, antes de mirar hacia Jordi.
-Jordi, ¿No tendrás un bolígrafo por casualidad? Es que tengo que apuntar los niños que tienen alergias y no tengo en mi lista. ¿Te importaría prestármelo?  -Le dije, aún con la sonrisa provocada por el príncipe sonrisas, colocada en mi cara como un tatuaje.
-Lo siento, yo no tengo, Eli, pero sé que Medina tiene, ¿Por qué no vas a pedírselo a él? -Me dijo, con la mirada aún en los niños jugando a fútbol delante de nosotros.
-De acuerdo, tranquilo, yo se lo pido. Luego vuelvo para que me digas los que tienen alergias de tu grupo –Le dije a la vez que me movía en la dirección que todo mi cuerpo me pedía.
-Te lo puede decir él mismo –Me dijo, esta vez mirándome.
Asentí con la cabeza y me volví a girar hacia Medina, hasta su apellido es sexy, no sé cómo se lo monta, pero es demasiado perfecto para ser real.
-Hola, ¿tienes un bolígrafo? No vas a adivinar para qué lo quiero –Le dije con la sonrisa más grande posible, colocada en mi cara, tirando de mis mejillas.
-Sí que lo voy a adivinar, para las alergias, ¿Verdad? –Me dijo con una sonrisa tan grande como la mía propia. Orgulloso de su capacidad. No pude evitar reírme.
-¿Me lo prestas? –Le pregunté haciendo un puchero, como una niña pequeña. Ante eso, no pudo evitar reírse. Y al oír su risa, no pude hacer otra cosa que reírme, Adoro su risa, no puedo evitar querer oírla cada momento del día.
-Claro –Dijo, a la vez que lo cogía del suelo. Eso sí, sin sacar sus ojos de los míos.
-Uh, no lo había pensado, no tengo donde apoyarme –Dije mientras miraba a mi alrededor, buscando una solución. En ese momento, él lo que hizo, fue girarse, y señalar su espalda diciendo:
-Ahora ya tienes donde apoyarte –Aunque no le veía la cara, podía decir perfectamente que estaba sonriendo.
-Gracias, príncipe azul sin nombre –Le contesté, la última parte la dice más flojo, para que no me oyera nadie más que él.
Se giró rápidamente, asustándome y me tendió su mano.
-Medina, Erik Medina –Otra vez, otra sonrisa que hacía flaquear mis rodillas. Me puse a reír e incluso me doblé, cogiéndome de la barriga. Su reacción de sorpresa aún me hizo reír más.
-Bond, James Bond –Le respondí yo, con el mismo tono que había usado él. Aún sin coger su mano, o decir mi nombre, seguí riéndome.
Se puso a reír en el momento en el que entendió por qué me reía.
-¡No te rías de mi! –Dijo con tono infantil, cosa que hizo que aún me riera más –Por favor, ¿Me dirás tu nombre? –Añadió moviendo la mano delante de mí para que la cogiera. La cogí, y me apretujó la mano en un saludo.
-Méndez, Elizabeth Méndez –Le contesté aun escapándose-me alguna carcajada. Aún con mi mano cogida a la suya, me acercó a él, y me dio un fugaz beso en la mejilla, dejándome tambaleante. Entonces se giró para que yo escribiera los nombres de los niños faltantes en mi lista de alergias, no es de extrañar que la letra me saliera como si las mariposas las tuviera en la mano y no en el estómago. Mientras yo escribía, él iba moviendo su mano hacia atrás, haciéndome cosquillas.
-Enserio, cosquillas no, o me busco otra mesa que no se mueva –Le amenacé a ver si funcionaba, pero fue justamente al revés. Se giró con una sonrisa malévola en la cara.
-No, nononononononono, ¿por qué hablo? –Dije mientras daba un paso hacia atrás.
-Ni se te ocurra huir de mí –Dijo, agrandando la sonrisa, si eso era siquiera posible.
-¡No! –Fue lo último que dije antes de echar a correr. Y él detrás. No pude avanzar mucho, me pilló muy fácilmente. Me levantó del suelo, como si de una pluma se tratase, dándome vueltas, mientras se reía. Cuando me dejó en el suelo, intenté escapar, fallando al instante, ya que empezó a hacerme cosquillas, y caí al suelo, con él encima, con esa sonrisa que enviaba escalofríos por todo mi cuerpo, sin dejarse un rincón.
-¡Medina, deja de hacer el tonto, y céntrate! –Dijo Jordi riéndose. En ese momento, paramos los dos de hacer el tonto, y se levantó. Yo me quedé recuperándome en el suelo. Me tendió la mano, la que cogí sin pensármelo. Me levantó él, pero lo hizo tan fuerte, que me acabé chocando con su pecho, no que no me gustara, claro. Uf, que pecho tan firme tiene, me podría quedar envuelta por sus fuertes brazos todo el día, no me importaría lo más mínimo. Una vez en su pecho, pude notar lo aceleradas que estaban nuestras respiraciones, y no solo estas, si no, el corazón mismo.
-La próxima vez, te lo pensarás dos veces antes de huir de mí –Dijo él sin aliento, pero con una sonrisa de oreja a oreja. No pude evitar darle una sonrisa traviesa, como si me tomara su amenaza como un reto. Él entrecerró los ojos, entendiendo mi sonrisa, cosa que nos hizo reír a los dos.
-Ya tengo los nombres que quería, ahora me voy, que tengo cosas que hacer príncipe, ¿me lo permites? –Le contesté desafiante, cosa que provocó más risas entre los dos.
-Sí, claro, como no, princesa –Dijo él, dando especial entonación a la palabra Princesa. Me encantó cuando me llamó de esa manera. Pero sin dejarme ir aún.
-Dilo otra vez –Dije yo, sintiendo mi corazón saltarse un latido. Se acercó a mí con una sonrisa inmensa.
-Princesa –Susurró en mi oído, provocando piel de gallina.
-Para poder irme, deberías soltarme, por mucho que quiera quedarme así toda la vida, no puedo – Contraataqué yo cuando pude articular palabra. ¿Pero, qué digo? Decididamente, este hombre me ha vuelto loca. Me encanta este hombre, me encanta.
-Verdad –Dijo, soltándome, no antes de susurrarme en el oído: -Que sepas que yo también me quedaría así toda la vida, simplemente teniéndote entre mis brazos –Al acabar la frase, yo estaba tan sonrojada que no podía ni mirarlo, le pellizqué el brazo y me giré para irme. Este hombre va a ser mi fin, mi fin, voy a deshacerme antes de siquiera notarlo.
Noté que alguien me cogía de la mano. Me giré, para verlo a él, muy cerca.
-Se me olvidaba, yo tengo alergia al pescado –Me dijo con una sonrisa malévola en la cara, susurrando tan cerca, que su frente estaba apoyada en la mía. AAH, así que a eso era a lo que se refería Quim, con pescado se refería a Erik. No pude evitar reírme y le contesté:
-Pues díselo a la cocinera tú mismo –Me giré y me fui, dejándolo con su sonrisa de autosuficiencia en la cara.

6 comentarios:

  1. no podrá comer pescaado.. jeje

    por cierto leí en la estrada anteriro que tenías un grupo o algo den facebook?? esque yo recién me hice una pagina de mi blog..y era para seguirte.. ^^

    bueno, pues eso.. seguiré leyendo mañana

    un besoo

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    1. sii, tengo un grupo llamado chuche, soy Elizabeth Méndez López, si quieres agrégame y te añado. Allí cuelgo los capis en word, así es más cómodo leer, porqe tienen separación las frases! hahahaahhme alegra qe sigas mi novela, me alegra mucho que te guste! si me agregas te contaré más cosas de la novela, si alguien es real o no... jojo :D

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    2. así que alguien es real... siento tardar en contestar.. estuve muy liada..

      te busque pero aparecían muchas con el mismo nombre..

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    3. Síísíí... alguien es real... Hace poco cumplí los 18, entonces es muy probable que me encuentres, me voy a cambiar la foto de perfil de blogger para qe sea la misma qe en fb, así si me buscas, me encontrarás :D trato?

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    4. ya te localicé! =D Disculpa por tener tu historia abandonada... (he estado liada estos días)

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    5. tranquila, ahora podremos hablar pro fb y te contaré todo, qe hay muuucho qe contar! :D me alegro de qe te guste mi novela ;D

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