—Tienes que
parar, lo digo muy enserio. Si de verdad pretendes que acabe con él, tienes que
esperar a que él dé el paso. Se lo he puesto en bandeja, así que ahora le toca
a él moverse. ¿Me harás el favor de ayudarme por lo que queda de día y me lo
mantendrás apartado? Necesito pensar, y él también –Le dije a Quim, sonaba más
enfadada de lo que realmente me sentía. No quería tener que hablar con Erik, no
por lo que quedaba de día. Sabía que si me acercaba a él, acabaría entre sus
brazos y besándolo. No, ni lo pienses.
Simplemente con el simple hecho de pensar en él se me aceleraba el pulso. Voy a
mantenerme apartada, ahora muy enserio. Esta vez, si de verdad quiere arreglar
las cosas conmigo va a tener que ser muy convincente. Y no soy fácil de
convencer, eso espero. Quim me miró con el ceño fruncido, como pensando en
posibles vías alternativas. Ahora mismo
me acabo de imaginar a Quim como un GPS. Le devolví la mirada ceñuda para
intentar conseguir una respuesta de sus pensamientos. Como no funcionó levanté
una ceja ladeando la cabeza, y me apoyé en la pierna izquierda.
—Nada, sí, de
acuerdo. Voy a mantenerlo apartado, voy a intentar que recapacite. Tienes que
tener paciencia con él, ¿de acuerdo? Lo ha pasado muy mal –Dijo Quim, con cara
decaída. Empezó a girarse para irse pero lo paré, colocando mi mano en su brazo
fuerte y firme.
—Espera, no
puedes soltarme eso y simplemente irte como si nada. ¿Por qué le cuesta tanto
decirme lo que siente por mí? Lo sabes, por favor, dímelo –Le supliqué a Quim.
Puse ojos de cordero degollado para conseguir mi propósito. Suspiró. Me cogió
de la mano y me arrastró a un lugar menos visible. Me dejé arrastrar notando la
preocupación y curiosidad viajar por mis venas.
—A ver, no te
lo voy a contar todo. Creo que es cosa suya decírtelo o no. Ha perdido a mucha
gente, a la que quería. La última, fue su novia, bueno, prometida. Él la
adoraba y creía con todo su corazón que iba a estar toda la vida con ella, pero
dos días antes de la boda desapareció, sin dejar rastro. No ha sabido nada de
ella desde entonces. Estuvo meses buscándola, sin éxito, desde entonces se ha
encerrado en sí mismo y ha dejado de creer en el amor –Soltó Quim, dejándome de
piedra. Respiré entrecortadamente intentando recobrar la compostura. Quim me
miró curioso, como esperando a ver cuál iba a ser mi reacción. Respiré hondo y
asentí.
—Ahora lo
entiendo, y yo presionando y presionando. Soy una persona horrible –Dije en un
susurro, tapándome la cara. Me sentí la peor persona del mundo –Sabía que había
algo que no iba bien, algo que lo retenía excesivamente. Debí preguntarle, debí
haber intentado entenderle. Pero en vez de eso, lo presioné aún más sin pensar
en él, pensando solamente en mí. ¿Y si lo he perdido? ¿Y si de tanto presionar,
ha acabado cansándose? –Añadí más para mí que para él. Noté una silenciosa
lágrima resbalar por mi mejilla. Noté un dedo limpiándola, evitando su
descenso. Levanté la mirada para encontrarme a Marcus delante de mí. Salté a
sus brazos y él me acogió al instante como si yo fuera un peluche al que
achuchar durante la noche. Sollocé en su hombro y él me acarició el pelo
cariñosamente. Jadeé e intenté recuperar el aliento. Marcus me levantó,
colocando mis piernas alrededor de su cintura, y se me llevó. Yo me apreté más
a él, rodeándole el cuello con los brazos. Me sentó en un banco apartado y me
miró preocupado.
—Dime –Me
dijo, dejándome ver que podía contarle cualquier cosa. Lo miré y se lo conté
todo. Se sentó a mi lado y me escuchó atentamente, sin dejar ir ningún
comentario.
—Ahora lo que
me toca es esperar, no voy a presionar más. No quiero ir más allá, ya me he
pasado suficiente. Si quiere algo conmigo, va a tener que venir él. Me siento
inútil –Dije, pasando las manos por mi pelo, como si eso fuera a calmarme. Me
mordí el labio inferior nerviosa. Y empecé a hacer sonar los dedos pulgar y
corazón, fregándolos juntos, provocando un sonido agudo y monótono como el
golpeteo de un grifo casi cerrado –Quiero irme –Añadí suavemente.
Miré el reloj
y me sorprendí al ver que era pasada la hora en la que teníamos que estar fuera
del parque para volver.
Me levanté de
un salto y empecé a caminar hacia la salida antes de que se hiciera demasiado
tarde. A los pocos segundos noté una mano cálida tomando la mía, me giré hacia
Marcus y le sonreí apretando su mano. Me acordé de la mano de Erik en mi mano,
en mi espalda… Aparté mi mano de la de Marcus suavemente.
Aparecimos
tarde Marcus y yo juntos, ganándonos miradas de todos, sobretodo de Raquel.
Erik ni me miró. Y la verdad, lo agradecí mucho, no me sentía capaz de
enfrentarlo en ese momento.
Fuimos
subiendo al autobús poco a poco, yo estaba muy decaída y por estar mirando el
suelo distraída, no me di cuenta de que intenté subir a la vez que él y me
choqué con él.
—Perdón
–Gesticulé con la boca, sin soltar ningún sonido. Me sonrió, pero fue una
sonrisa triste y eso me puso aún más triste. Giré la cabeza para que no viera
las lágrimas formándose en mis ojos. Él me permitió subir, indicándomelo
poniendo una mano en mi espalda, enviando descargas eléctricas por todo mi
cuerpo. Respiré hondo.
Pasé a través
del autobús hasta la parte trasera con él pisándome los talones. Me senté en el
asiento de la ventana de la izquierda. Él se sentó en el de la derecha,
manteniendo dos asientos entre nosotros. Yo me estiré entre los tres asientos
que tenía disponibles. Al colocar mi cabeza en el asiento, noté todo el estrés
del día pasar factura y como teníamos un viaje de más de una hora, me permití a
mí misma cerrar los ojos y dormir.
Noté a alguien
acariciarme el pelo suavemente, haciéndome sentir como una niña pequeña siento arropada,
pero no abrí los ojos. Sabía quién había sido, por su olor, su tacto, su todo. Este hombre me tiene del revés. Tiene que
dar el paso si quiere que algo pase, ahora estoy segura. Porque no hay nada que
pueda yo hacer a estas alturas, ya he hecho bastante, incluso demasiado.
Con un
golpeteo repetitivo en mi hombro me desperté. Abrí los ojos y vi a Raquel
delante de mí. Me levanté poco a poco y me estiré. Estaba sola en la parte
trasera. Entonces recordé la caricia. ¿Lo
habré soñado? Es muy probable. Ya está mi subconsciente jugándome malas
pasadas. No es justo.
— ¿Eli? –Oí a
Raquel decir, me miró curiosa. Debía tener el ceño fruncido de cuestionarme la
realidad. La miré y cogí mi mochila. Se apartó para que pasara.
No puede ser que me afecte tanto. Odio el absoluto
control que tiene sobre mí. Me siento una persona horrible, pero tampoco podría
haberlo sabido. Podría haber preguntado, sin embargo. Ahora no importa,
sintiéndome mala persona no va a mejorar la situación. Me toca esperar a que él
reaccione, o sino lo perderé. El simple pensamiento de perderlo me seca la
boca, me provoca la sensación de que me han cambiado el estómago por una
lavadora. No recuerdo que nunca nadie me haya gustado tanto, este hombre se ha
ganado un hueco en mi pequeño corazoncito.
Atravieso el
pasillo, mirando el suelo. Me encuentro con Quim y me mira con expresión
arrepentida. ¿Qué ha hecho? Espero que no
haya hablado con Erik y que éste le haya dicho algo malo, o que ya no quiera
verme más, o que realmente lo haya perdido. Empieza a pasar por mi lado,
pasándome de largo. ¿Encima se atreve a
pasar de mí? Ni hablar.
— ¿Qué? –Le
pregunto, dejando en el aire una pregunta muy evidente. Se gira lentamente,
como si no quisiera enfrentarme. Se rehúsa a mirarme y sigue mirando el suelo
–Quim… -Dijo, acercándome –Me exasperas, enserio. Espera que adivino, sabe que
me lo has contado y se ha enfadado contigo. Se siente avergonzado porque ahora
lo sé, se siente vulnerable, ¿Me equivoco? –Añadí para llenar el silencio
comprobando si inventándome una razón, la primera que me vino a la cabeza,
conseguía que Quim soltara lo que tenía en mente.
Me miró con
cara de asombro, se le abrieron los ojos como nos platos. Se le abrió la boca y
frunció el ceño. Jadeé sorprendida, había dado en el clavo. Solté el aire
retenido.
— ¿Enserio?
Bien, perfecto –dije cortante, antes de girarme e irme por la puerta, decidida
a andar hasta casa a ver si conseguía rebajar el estrés, notaba la presión en el
pecho cada vez que respiraba –Simplemente, perfecto… -Susurré para mí misma
chutando una piedra del camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario