Llegamos a
casa de Raquel. Dejé el bolso en el suelo y me tiré en la cama, suspirando,
cansada. Me tapé la cara con las manos y respiré hondo. ¿Qué voy a hacer? No quiero pasar por esto, pero no veo otra solución.
No pienso dejar que me maniobre como una marioneta, ¿Qué diría eso de mí? Que
no tengo personalidad, que simplemente me dejo arrastrar, y eso no podría ser
más falso. Él debe saberlo, que no voy a estar allí de pie en la puerta como un
perro, con el periódico en la boca y las zapatillas delante. Si tiene dudas,
que se las aclare él solito. Supongo que si tiene dudas sobre cómo se siente
sobre mí, tendrá que apañárselas, porque yo no voy a ir detrás. Ya lo he hecho,
hoy, y no volverá a pasar. Me niego. Veremos qué pasa. A lo mejor al verme con
Marcus y Edu se da cuenta de que le gusto de verdad porque se pone celoso y
posesivo. O a lo mejor, no le gusto para nada y simplemente estaba jugando.
Entonces eso cambiaría un poco las cosas, porque no se pondría celoso. Ya tengo
ganas de que sea lunes, se va a enterar.
Tapé mi cara
con los dos brazos, segundos después noté un hundimiento a mi lado. Raquel se
había sentado en la cama. Sin mirarla, ya notaba sus ojos en mí.
—Sabes que eso
de consolar no se me da nada bien, nunca sé qué decir y me siento incómoda. Así
que por favor, supéralo y vamos a trazar un plan, ¿vale? –Dijo Raquel,
haciéndome reír levemente. Aparté mis brazos de mi cara y me senté apoyada en
la pared. Hice un ademán de sonrisa, un intento. Fallido.
—Es verdad,
eres inútil para estas cosas, no tienes remedio –Le contesté, me miró fijamente
con el ceño fruncido. Al cabo de dos segundos de decir la frase nos pusimos a
reír las dos. Agradecí la distracción. Me dio un golpe en el brazo, aun
riéndose –Es verdad… –Añadí ganándome otra de sus miradas ceñudas, cosa que me
hizo reír de nuevo.
—Vale, Basta.
Te conozco, ¿Qué estás planeando, ya? –Me preguntó con expresión calculadora,
cuando hubo controlado el ataque de risa. Cuando no contesté, levantó una ceja
expectante. No dijo nada pero fue como si me dijese con la mirada: “Sabes
perfectamente de lo que estoy hablando, así que no te hagas la rusa y
desembucha”. Me reí otra vez. ¿Cómo puede
conocerme tan bien? Que rabia. No puedo esconderle nada.
—Tienes razón,
estoy planeando algo. Pero este hombre me deja tan descolocada que no entiendo
nada. No sé qué hacer, la idea básica es ponerle celoso. ¿Y si no funciona? ¿Y
si lo único que consigo es una lucha infinita? No me gustan las estrategias y
los planes, porque una vez empiezas, no puedes parar. Si lo pongo celoso va a
intentar ponerme celosa, eso asumiendo que se pone celoso en primer lugar.
Entonces, ¿Cómo voy a conseguir que pare? Una vez empiece este juego de toma y
daca, no se va a acabar. A no ser… -Dejé la frase en el aire, con una sonrisa
formándose en mis labios. Me levanté de un salto y cogí mi móvil de mi bolso. Puede que funcione y todo. Se va a enterar. Tecleé
un número y me esperé a que contestara – ¿Hola? Soy yo, tengo un favor que
pedirte.
Fuimos a
preparar algo para cenar y ver una película. Notaba la mirada inquisitoria de
Raquel puesta en mí, pero no levanté la mirada. Seguía curiosa sobre la
llamada. No tenía ninguna intención de contárselo, quería que lo descubriera
por sí misma. Sonreí, esperanzada.
Tengo todo un plan montado, para su parte. Pero para
mi parte, no estoy del todo segura. ¿Qué puedo hacer con Marcus, sin pasarme,
para ponerlo celoso?
—Riri, ¿Qué
puedo hacer para ponerlo celoso? No quiero repetirme –Dije, girándome hacia
ella. Me miró pensativamente y se le iluminó la cara. Sonrió. Tiene algo pensado, y es malo. Me va a
gustar.
—Pues… podrías
darle un beso. No te has dado ningún beso con Erik, ¿Verdad? Eso lo va a
reventar. Eso sí, hazlo solo en caso de emergencia. Tampoco queremos que se
enfade de verdad –Me miró con su cara malévola. Le contesté simplemente con mi
sonrisa malévola, que entendió a la perfección. Empezamos a reírnos de nuevo.
El fin de semana
pasó más rápido de lo que me esperaba. Sin darme cuenta, era domingo.
Mi teléfono
sonó. Miré quien era y sonreí.
— ¿Cabezón?
Buenos días… Sí, lo tengo… Pero de momento simplemente necesito que me sigas el
rollo, ¿vale?... Ajá… –Raquel entró en la habitación y me miró con curiosidad
pintada por toda la cara. Me articuló la pregunta que le rondaba la cabeza:
“¿Quién es?” y yo le respondí, tapando el micrófono del teléfono, “Marcus”.
Sonrió y me guiñó el ojo –Solo necesito que te mantengas pegado a mí… Exacto…
Como si te gustara… Sí, tú también me gustas Marcus, pero ya sabemos cuál es el
objetivo en esta misión, así que no quiero despistes… Claro… Ah, y quiero que
Edu me ayude también… ¿Estás con él?... Pues díselo… Hola Edu… Hecho… Muchas
gracias a los dos, un beso enorme… Adiós –Colgué.
—Todo
preparado, tengo a Marcus y a Edu controlados. La parte de sus celos
también, ya verás, es un plan maestro –Dije,
girándome. Sonreí.
—Dímelo, por
favor, dímelo –Me suplicó ella, con ojos de cordero degollado. Esta vez no caí,
supe que si se lo decía perdería emoción. La
verdad es que con el tema de los planes y cosas, he apartado la cabeza de todo.
Pero cada vez que me pongo a pensar por qué estoy haciendo esto, me vengo abajo
de nuevo. Él ha pasado de mí, olímpicamente, como si nada. Sí, lo he visto
afectado, ¿Y? No ha hecho nada al respecto. ¿Qué clase de hombre es, si se
comporta de esa manera? Estoy segura que mañana va a intentar explicarse, pero
no. Que se lo explique a un extraterrestre, a lo mejor lo entiende.
Me fui a
dormir dándole vueltas a la cabeza. Cosa que provocó que soñara con él.
<< —Princesa, Princesa –Oí una voz demasiado
familiar, abrí los ojos para encontrarme a él con la cara a pocos centímetros
de la mía. Al verlo tan cerca, sus ojos, sus labios, tomaron control completo
sobre mis sentidos. No podía ni respirar. Noté preocupación en su cara. Notaba
más que eso. Notaba su brazo alrededor de mi cuello, intentando levantarme.
¿Levantarme? Sí, estaba en el suelo. Miré a mí alrededor, demasiado rápido y me
mareé. Me levantó al estilo nupcial y yo coloqué mis brazos alrededor de su
cuello y apoyé mi cabeza en su hombro. Notaba el latido de su corazón y oía su
respiración superficial. —Príncipe, ¿Qué ha pasado? –Le pregunté cuando
encontré mi voz. Lo miré muy fijamente mientras me levantaba del suelo. Se
sentó en un banco, lo reconocí del colegio. Pero había algo que no cuadraba. El
colegio estaba desierto, no se oía nada de nada. Al sentarse, me colocó en su
regazo aun sosteniéndome como a un bebé. —Pues verás, te di un beso y te
desmayaste –Dijo él, medio divertido. Al ver su sonrisa y notar su agarre en mi
cuerpo, mi cabeza dio vueltas. —Creo que deberías probar de nuevo, te prometo
no volver a desmayarme –Le contesté con una sonrisa coqueta y separé la cabeza
de su hombro. Se acercó a mí poco a poco, como si temiera que desapareciera de
la nada, como si fuera un sueño. Espera, ¿Un sueño? >>
— ¡No! –Grité
sentándome en la cama. Noté que estaba sola en la cama y la luz estaba
encendida. Vi a Raquel mirarme desde la puerta del vestidor.
—Ya sé que no
quieres levantarte, pero vamos, o llegaremos tarde. Aparte, ¿tú no tienes un
plan maestro secreto? Pues ala, arriba –Me dijo con tono burlón. Sonreí y le
saqué la lengua. Ella en contestación me tiró un zapato.
—Vale, vale,
ya me levanto. Y sí, es un plan SECRETO –Di especial énfasis en la última
palabra, para molestarla. Me puse a reír al ver que rodaba los ojos, lo había
conseguido.
Llegamos al
colegio riéndonos. Solo entrar vi al fondo del pasillo a Marcus. Levanté la
ceja en una pregunta silenciosa. Negó con la cabeza, respondiendo. Fruncí el
ceño y suspiré. Un segundo después, Erik salió de uno de los vestuarios. Me
miró y sonrió. Yo miré hacia Marcus, que había levantado las manos y me estaba
haciendo señas para que fuera hacia él. Erik se movió hacia mí, muy seguro de
que iba a escucharlo. Tenía su sonrisa de autosuficiencia. ¿Seguro? ¿Ahora vas de sobrado? Bien, lo haces genial. A ver cuán
seguro estas después de que acabe contigo. Tomé una respiración honda y
caminé hacia él.
—Princesa, yo…
-Lo corté haciendo que no con la cabeza. No
se podría decir que estoy enfadada, pero algo similar sí. Estoy decepcionada.
Si no es capaz de saber lo que siente por mí, ¿Cómo va a mostrármelo? No tengo
ninguna seguridad en él en este momento. Así que ya le haré saber Cuándo la
haya recuperado. Y eso no va a ser tarea fácil.
Seguí caminado
y pasé de largo a Erik, rozando su hombro ligeramente. Cuando Marcus asintió,
supe que Erik se había girado. Corrí y entonces Marcus abrió sus brazos.
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