sábado, 16 de marzo de 2013

Capítulo 28


Parada en medio de la portería, yo sola, me sentí poderosa. Pero a la vez sentía un nudo en la boca del estómago, no sabía si podría estar al nivel de las expectativas depositadas en mí. No quiero defraudarlos, no quiero que piensen que soy inútil, en cierto modo siento que necesito de verdad impresionarlos. Dejarles ver que Erik no está con una cualquiera, que le gusto por algo. A lo mejor no quiero demostrárselo a ellos, sino a mí misma. A lo mejor no me siento suficiente buena para él, y siento que tengo que hacer algo para demostrarme a mí misma que lo soy, que estoy a su altura. No quiero sentirme así nunca más, quiero sentir que puedo estar con cualquiera, incluso él. Un futbolista de 20 y pico años, alto y guapísimo, con unos ojos inolvidables y una sonrisa que me quita el aliento y todo rastro de sentido común. Me provoca mariposas en el estómago y escalofríos, no me había sentido así nunca y sé que como esto no funcione voy a derrumbarme. Este hombre tiene demasiado poder sobre mí. Estaba tan ensimismada en mis pensamientos, que no noté cuando alguien se me acercó por detrás y me levantó en el aire como si solo fuera una bolsa de patatas.
— ¡Ah! Pero… ¿Qué…? –Grité asustada, no me esperaba nada parecido. Me giré para ver quién me había dado una vuelta entera y dejado de nuevo en el suelo. Erik. Como no – ¡Tú! –Grité, señalándolo con el dedo, acercándome a paso lento. Puso falsa cara de terror y se tapó la boca mientras reía silenciosamente.
—Estoy muy orgulloso de mí mismo, he podido asustarte. Es difícil asustarte, realmente difícil –Dijo él pensativo, ahora colocando su mano en su barbilla para parecer más interesante, con la distracción aprovechó para acercarse un paso hacia mí.
—Sí, es difícil. Cuando era pequeña, mi tío solía asustarme mientras estaba distraída mirando la tele. Se ponía detrás del sofá y saltaba de repente poniéndose encima de mí como si hubiera caído del cielo. Yo chillaba como una histérica y me asustaba de verdad, así que ahora lo que se podría decir inmune. Solo se me puede asustar si estoy realmente distraída, en mi mundo, o muy concentrada en algo –Dije yo en respuesta, aprovechando la distracción para apartarme de él un paso, poniéndoselo un poco más difícil. Entrecerró los ojos, obviamente dándose cuenta de lo que planeaba. Quiero que me persiga, aunque ya me tenga, sigo adorando la sensación de él yendo detrás de mí, sobretodo si después de la persecución hay un beso. Sonreí en respuesta a su ceño fruncido, él al ver mi sonrisa me guiñó un ojo. Con ese sencillo movimiento, me tuvo. Sabe que soy inmune a los sustos, pero no a él. En absoluto.
En menos de un segundo, su cara cambió. Pasó de mirarme fijamente a mí a mirar algo detrás de mí. Volvió la vista hacia mí preocupado y antes de que pudiera reaccionar me abrazó y me giró, colocándose él donde yo había estado un segundo antes. Notamos una sacudida mientras estaba en sus brazos y supe que me había girado para salvarme de un golpe de la pelota. Vi su ceño fruncirse un segundo debido al dolor repentino. Me aparté de él rápidamente y cogí la pelota del suelo.
— ¿Quién ha sido? –Pregunté con un grito, enfadada. Miré fijamente a todos los del equipo, que al notar mi mirada asesina bajaron la cabeza hacia el suelo. Noté también que algunos giraban la cabeza hacia Pol disimuladamente, el de los ojos negros como su pelo. Cogí la pelota con enfado entre las manos, la dejé ir y la chuté con todas mis fuerzas. Fue directa a la cabeza de Pol, tirándolo al suelo. Todos se quedaron parados mirándome fijamente sin poder creerse lo que acababa de pasar.
Asentí victoriosa y sonreí satisfecha. Me giré hacia Erik, que miraba la escena con la boca abierta de par en par. Me acerqué y le empujé la barbilla hacia arriba para cerrarle la boca. Le electricidad provocada por el contacto de mis dedos con su cara no me permitió separar mi mano de su, preciosa y con la mandíbula marcada, cara. Acaricié su mejilla, provocando un ligero rubor en sus mejillas y una sonrisa escaparse de sus preciosos y llenos labios. Sonreí y lo abracé. Él al instante me rodeó con sus brazos y colocó su frente con mi frente, bajando para colocarse a mi nivel. Lo miré fijamente.
— ¿Te ha hecho daño? –Le pregunté preocupada, aún con mis manos en su espalda, masajeándola. Él negó con la cabeza y bajó para darme un beso. Un beso que disfruté con todo mi corazón.
En ese momento toda duda que tenía antes, se evaporó como si nunca hubiera estado allí. Él me hacía sentir segura, querida y protegida. Él es mi Príncipe y yo su Princesa, y nada ni nadie va a cambiar eso nunca.
Sus labios bailaban con los míos, provocando una sonrisa por parte de los dos. Cuando respirar se convirtió en un problema, nos separamos y miré a nuestro alrededor recién notándolo. Habíamos estado tan absortos en nuestro mundo que no habíamos notado nada de lo que nos rodeaba. El partido se había parado completamente, cada uno estaba aún en su posición pero ninguno jugaba. Estaban todos mirándonos. Noté el rubor subir y teñir mis mejillas de rojo. Me aparté de Erik, porque sabía que si estaba aunque fuera solamente un segundo más a su lado, no podría resistirme a besarle de nuevo.
Erik me miró con cara de peluche. Me puse de puntillas y le di un pequeño beso para que cambiara la cara, mientras se lo daba no pude evitar llevar mi mano derecha a su pelo, mientras la izquierda se apoyaba cómodamente en su pecho firme y fuerte. Él me rodeó de nuevo con sus brazos. No, que como empecemos no vamos a parar, no puedo apartarlo de todo y todos por simple egoísmo.
Erik –Dije con un jadeo, mientras tiraba de su pelo para separar nuestros labios a regañadientes. Ninguno de los dos quería realmente separarse, pero no podía mantenerlo solamente para mí, era la cosa más egoísta del mundo. Todos se merecen disfrutar de él, no es de mi propiedad. Puede que nuestros corazones lo sean, pero nuestro cuerpo en sí no lo es. Suspiré –Príncipe, eres tan increíble que nunca separaría mis labios de los tuyos y lo sabes. Pero me parece muy egoísta por mi parte mantenerte alejado de todo y de todos. Así que por favor sigamos jugando, ¿Vale? –Le dije con ojos suplicantes, haciendo incluso un puchero, ya que no parecía que fuera a cambiar de opinión fácilmente. Aparentemente el puchero funcionó, porque me soltó con cara de decepción y guiñándome el ojo se alejó hacia el centro del campo. Sentí el vacío al no estar rodeada por sus brazos y su olor, pero sabía que estaba haciendo lo correcto. Lo tendría para mí más tarde.
—Por cierto, ya que eres MI Príncipe, ¿puedes decirles que no sean muy bestias chutando la pelota? Quiero salir viva de este partido… –Chillé para que me oyera, ya que corría realmente rápido y ya casi había llegado a la mitad del campo. Asintió con la cabeza en respuesta y se giró hacia los otros componentes del equipo.
—Como le hagáis daño a mi novia, me aseguraré de hacer vuestras vidas miserables desde hoy hasta el mismo día en el que moráis, ¿Ha quedado claro o hace falta que lo repita? –Preguntó él con voz firme. Todos los miembros del equipo se pusieron firmes al instante y gritaron a favor como si de soldados se tratase.
Me puse a reír a carcajadas, al oírme todos se unieron a mí. Yo me retorcía en la portería sin poder aguantarme de pie. Tengo el mejor novio de la historia.
De repente, vi una figura en las gradas, era una mujer esbelta y pelirroja mirando hacia el campo con mirada intensa y concentrada. Lo que más vi fueron sus rizos rojos flotar en el viento. Noté a la perfección a quién estaba observando con tal intensidad, a Erik. Mi risa se evaporó con el aire y voló como sus cabellos. Se me creó un nudo en el estómago, provocándome una mala vibración. Esto me da mala espina, no sé por qué. No conozco a esta mujer, pero sé no debo fiarme de ella. Simplemente lo sé. Pestañeé y entonces vi que lo que quedaba de ella era su pelo rojo flotando y desapareciendo mientras se iba. Negué con la cabeza, intentado sacarme la mala sensación del cuerpo, al no saber de qué se trataba era más fácil intentar olvidarlo. A lo mejor simplemente son imaginaciones mías, a lo mejor es solamente una fan o algo parecido. Tengo un novio muy guapo, puede que pase a veces, pero eso no lo hace más fácil de lidiar. Miré a Erik y él me estaba mirando a mí, no debía haber notado a la mujer extraña de las gradas. Le sonreí para que no se preocupara y me coloqué en medio de la portería para indicarle que estaba lista para empezar el juego. Asintió con la cabeza y el partido empezó.
Yo no podía apartar los ojos en ningún momento de mi novio, Erik. Aún sigo sin creerme que todo sea real, es un Príncipe de verdad, y me trata como a una Princesa. Es más de lo que pudiera pedir nadie, me he enamorado de este hombre de manera completa e incondicional. Lo que me hace sentir no tiene nada que ver con nada terrestre, es sobrenatural. Es como si una manada de mariposas alienígenas estuvieran habitando en mi interior. A veces son malas y provocan dudas en mi mente, pero la verdad es que sus besos son más poderosos que ellas. Porque si soy o no lo suficiente buena para él, creo que es cosa suya decidirlo. Si está conmigo es por alguna razón, y la verdad es que no sé si necesito realmente saberla. Con saber que conmigo tiene suficiente, me sirve. Yo tengo más que suficiente con él, solamente con él me siento completa.
Él bailaba sobre el campo, como si perteneciera a él, se sentía tan confiado y adorable. Parecía un gato en una lucha, elegante y poderoso. Una risa se me escapó de entre los labios al pensar en él como un gato. Miau.
De repente, todo cambió. Todos giraron hacia mí, haciendo que la trayectoria de la pelota fuera justamente hacia la portería en la que me encontraba. Me sudaron las manos y el corazón golpeaba en mi pecho con anticipación. Me agaché ligeramente, separando las piernas y miré hacia delante con los ojos entrecerrados.
— ¡Eli! ¡Tú puedes! No le permitas meter un gol –Oí a los miembros del equipo dándome ánimos. Sonreí satisfecha. Me acabo de dar cuenta de que no tengo que demostrarles nada, ni siquiera a mí misma. Con la confianza que depositan en mí me es más que suficiente, no necesitan que sea sobrenatural. No es necesario hacer cosas extraordinarias, se tienen que hacer cosas ordinarias extraordinariamente bien.
Uno del equipo que había sido escogido para ir en el equipo rival, Jaime parecía, me miró con mirada calculadora, como si estuviera comprobando si yo tenía un punto débil o si había alguna manera de colocar la pelota entre la red sin que yo pudiera pararla. Sonreí. No me conoce, no sabe si tengo algún punto débil. En ese momento, para mí solo estábamos el jugador que iba a chutar y yo, que lo observaba sin apartar la mirada ni un segundo. No quería perderme ningún movimiento que pudiera advertirme de sus intenciones antes de que siquiera las pensara. A veces la gente hace movimientos inconscientes que determinan su personalidad, sus acciones futuras o incluso sus pensamientos. La mayoría de la comunicación es no verbal, y yo soy muy buena leyendo a la gente. Tengo esta capacidad, puedo adivinar lo que la gente está pensando, o al menos intentarlo. En ese momento la persona delante de mí pensó que no lo noté. Pensó que no noté su mirada fugaz a mi derecha y luego una mirada más larga hacia mi izquierda. Va a tirarla a mi derecha, ha mirado durante más tiempo a mi izquierda para que pensara que tiene las ideas claras y que va a tirar en esa dirección. Así que cuando se movió rápidamente y pretendió chutar hacia la izquierda ni me inmuté y seguí concentrada en sus movimientos. Tiró hacia atrás la pierna derecha y con un golpe sordo envió la pelota hacia mi derecha, como yo ya había predicho. Al saber hacia dónde se dirigía la pelota, me fue más fácil tirarme en esa dirección cogiendo la pelota al vuelo antes de caer al suelo, rozando por el suelo encima de mi brazo derecho. Suerte que alguien me había dejado ropa, porque sino ahora mismo estaría servida.
Me levanté con la pelota en las manos, sonriendo triunfante. Levanté la cabeza y vi al equipo entero mirándome con la boca abierta. Solté una risita nerviosa ante tanta atención y me puse colorada sin poder evitarlo. Entonces todos vinieron hacia mí, me levantaron del suelo y se pusieron a chillar mi nombre. Yo no podía parar de reír ante la escena y la estaba viviendo desde dentro, si la hubiera vivido desde fuera hubiera llorado de la risa. Vi la cara de Erik, sus ojos destilaban orgullo, como si estuviera pensando: Esa es mi novia, así se hace.
Le guiñé un ojo y le envié un beso, que recogió con la mano y guardó en un puño. Me reí emocionada. Me siento en las nubes, he tenido la oportunidad de formar parte de algo que Erik adora y he sido totalmente aceptada. No soy una extraña, ya soy alguien para este equipo, para Erik.
—Se ha acabado la práctica por hoy, ha ido genial chicos –Dijo Erik, acercándose. Mi corazón reaccionó ante la distancia que nos separaba.
—Oye, Eli. ¿Cómo sabías por dónde iba a tirar? Justamente Jaime es el más difícil de parar, porque nunca sabes por dónde te va a ir. Siempre engaña muy bien –Me dijo Pol, que estaba a mi lado, mirándome con sus ojos oscuros como dos canicas. Le sonreí.
—Cada uno tiene sus trucos. Si te lo contara, tendría que matarte –Contesté. Puso falsa cara de horror, a la que me reí como una niña pequeña –No, mentira. Sé leer a la gente, y él no es diferente a nadie. Todos tenemos una manera de actuar diferente, pero siempre hay puntos en común, como por ejemplo mirar inconscientemente hacia la izquierda si quieres recordar algo o en cambio mirar hacia la derecha si recurres a la imaginación. Quiere engañar y lo consigue, entonces tienes que pensar como él, tienes que meterte en su piel. Saber qué es lo que cree que puede hacer para engañarte y descifrarlo, como una ecuación. Si la miras mucho e intentas resolverla solamente con tus métodos nunca podrás, tienes que mirarla desde otra perspectiva, apartarte para poder buscar una solución coherente –Ladeé la cabeza en una pregunta no formulada, para comprobar que no hubiera hablado demasiado. A veces simplemente hablo demasiado, no puedo evitarlo. Me miró con la boca abierta, como si no se esperara una contestación como esa. Le había explicado cómo había sabido hacia dónde iba a lanzar la pelota Jaime, sin realmente decírselo.
—Increíble, eres realmente increíble –Respondió Pol si saber exactamente como expresar lo que le pasaba por la cabeza en ese momento. Me puse a reír notando el rubor en mis mejillas de nuevo.
—Lo sé, mi novia es increíble. Nadie antes había podido prever las acciones de Jaime con tanta facilidad. Eres impresionante, enserio –Dijo mirándome con orgullo, mi pecho se llenó con aire y felicidad al oír a Erik decir eso con una sonrisa en la cara mientras caminaba hacia mí. Cuando estuvo a mi lado me rodeó con los brazos y me levantó. Reí como una tonta y rodeé su cuello con mis brazos.
—Tú también eres increíble, Príncipe –Le dije, colocando mi frente en la suya, mirando fijamente la profundidad del mar de sus ojos.
—Tú más, mi Princesa preciosa –Dijo antes de besar suavemente mis labios mientras me dirigía hacia los vestuarios.

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