Parada en medio de la portería, yo sola, me sentí poderosa. Pero a la vez
sentía un nudo en la boca del estómago, no sabía si podría estar al nivel de
las expectativas depositadas en mí. No
quiero defraudarlos, no quiero que piensen que soy inútil, en cierto modo
siento que necesito de verdad impresionarlos. Dejarles ver que Erik no está con
una cualquiera, que le gusto por algo. A lo mejor no quiero demostrárselo a
ellos, sino a mí misma. A lo mejor no me siento suficiente buena para él, y
siento que tengo que hacer algo para demostrarme a mí misma que lo soy, que
estoy a su altura. No quiero sentirme así nunca más, quiero sentir que puedo
estar con cualquiera, incluso él. Un futbolista de 20 y pico años, alto y
guapísimo, con unos ojos inolvidables y una sonrisa que me quita el aliento y
todo rastro de sentido común. Me provoca mariposas en el estómago y
escalofríos, no me había sentido así nunca y sé que como esto no funcione voy a
derrumbarme. Este hombre tiene demasiado poder sobre mí. Estaba tan
ensimismada en mis pensamientos, que no noté cuando alguien se me acercó por
detrás y me levantó en el aire como si solo fuera una bolsa de patatas.
— ¡Ah! Pero… ¿Qué…? –Grité asustada, no me esperaba nada parecido. Me giré
para ver quién me había dado una vuelta entera y dejado de nuevo en el suelo.
Erik. Como no – ¡Tú! –Grité,
señalándolo con el dedo, acercándome a paso lento. Puso falsa cara de terror y
se tapó la boca mientras reía silenciosamente.
—Estoy muy orgulloso de mí mismo, he podido asustarte. Es difícil
asustarte, realmente difícil –Dijo él pensativo, ahora colocando su mano en su
barbilla para parecer más interesante, con la distracción aprovechó para
acercarse un paso hacia mí.
—Sí, es difícil. Cuando era pequeña, mi tío solía asustarme mientras estaba
distraída mirando la tele. Se ponía detrás del sofá y saltaba de repente
poniéndose encima de mí como si hubiera caído del cielo. Yo chillaba como una
histérica y me asustaba de verdad, así que ahora lo que se podría decir inmune.
Solo se me puede asustar si estoy realmente distraída, en mi mundo, o muy
concentrada en algo –Dije yo en respuesta, aprovechando la distracción para
apartarme de él un paso, poniéndoselo un poco más difícil. Entrecerró los ojos,
obviamente dándose cuenta de lo que planeaba. Quiero que me persiga, aunque ya me tenga, sigo adorando la sensación
de él yendo detrás de mí, sobretodo si después de la persecución hay un beso. Sonreí
en respuesta a su ceño fruncido, él al ver mi sonrisa me guiñó un ojo. Con ese
sencillo movimiento, me tuvo. Sabe que
soy inmune a los sustos, pero no a él. En absoluto.
En menos de un segundo, su cara cambió. Pasó de mirarme fijamente a mí a
mirar algo detrás de mí. Volvió la vista hacia mí preocupado y antes de que
pudiera reaccionar me abrazó y me giró, colocándose él donde yo había estado un
segundo antes. Notamos una sacudida mientras estaba en sus brazos y supe que me
había girado para salvarme de un golpe de la pelota. Vi su ceño fruncirse un
segundo debido al dolor repentino. Me aparté de él rápidamente y cogí la pelota
del suelo.
— ¿Quién ha sido? –Pregunté con un grito, enfadada. Miré fijamente a todos
los del equipo, que al notar mi mirada asesina bajaron la cabeza hacia el
suelo. Noté también que algunos giraban la cabeza hacia Pol disimuladamente, el
de los ojos negros como su pelo. Cogí la pelota con enfado entre las manos, la
dejé ir y la chuté con todas mis fuerzas. Fue directa a la cabeza de Pol,
tirándolo al suelo. Todos se quedaron parados mirándome fijamente sin poder
creerse lo que acababa de pasar.
Asentí victoriosa y sonreí satisfecha. Me giré hacia Erik, que miraba la
escena con la boca abierta de par en par. Me acerqué y le empujé la barbilla
hacia arriba para cerrarle la boca. Le electricidad provocada por el contacto
de mis dedos con su cara no me permitió separar mi mano de su, preciosa y con
la mandíbula marcada, cara. Acaricié su mejilla, provocando un ligero rubor en
sus mejillas y una sonrisa escaparse de sus preciosos y llenos labios. Sonreí y
lo abracé. Él al instante me rodeó con sus brazos y colocó su frente con mi
frente, bajando para colocarse a mi nivel. Lo miré fijamente.
— ¿Te ha hecho daño? –Le pregunté preocupada, aún con mis manos en su
espalda, masajeándola. Él negó con la cabeza y bajó para darme un beso. Un beso
que disfruté con todo mi corazón.
En ese momento toda duda que tenía antes, se evaporó como si nunca hubiera
estado allí. Él me hacía sentir segura, querida y protegida. Él es mi Príncipe y yo su Princesa, y nada
ni nadie va a cambiar eso nunca.
Sus labios bailaban con los míos, provocando una sonrisa por parte de los
dos. Cuando respirar se convirtió en un problema, nos separamos y miré a
nuestro alrededor recién notándolo. Habíamos estado tan absortos en nuestro
mundo que no habíamos notado nada de lo que nos rodeaba. El partido se había
parado completamente, cada uno estaba aún en su posición pero ninguno jugaba.
Estaban todos mirándonos. Noté el rubor subir y teñir mis mejillas de rojo. Me
aparté de Erik, porque sabía que si estaba aunque fuera solamente un segundo
más a su lado, no podría resistirme a besarle de nuevo.
Erik me miró con cara de peluche. Me puse de puntillas y le di un pequeño
beso para que cambiara la cara, mientras se lo daba no pude evitar llevar mi
mano derecha a su pelo, mientras la izquierda se apoyaba cómodamente en su
pecho firme y fuerte. Él me rodeó de nuevo con sus brazos. No, que como empecemos no vamos a parar, no puedo apartarlo de todo y
todos por simple egoísmo.
—Erik –Dije con un jadeo, mientras tiraba de su pelo para separar nuestros
labios a regañadientes. Ninguno de los dos quería realmente separarse, pero no
podía mantenerlo solamente para mí, era la cosa más egoísta del mundo. Todos se merecen disfrutar de él, no es de
mi propiedad. Puede que nuestros corazones lo sean, pero nuestro cuerpo en sí
no lo es. Suspiré –Príncipe, eres tan increíble que nunca separaría mis
labios de los tuyos y lo sabes. Pero me parece muy egoísta por mi parte
mantenerte alejado de todo y de todos. Así que por favor sigamos jugando,
¿Vale? –Le dije con ojos suplicantes, haciendo incluso un puchero, ya que no
parecía que fuera a cambiar de opinión fácilmente. Aparentemente el puchero
funcionó, porque me soltó con cara de decepción y guiñándome el ojo se alejó
hacia el centro del campo. Sentí el vacío al no estar rodeada por sus brazos y
su olor, pero sabía que estaba haciendo lo correcto. Lo tendría para mí más
tarde.
—Por cierto, ya que eres MI Príncipe, ¿puedes decirles que no sean muy
bestias chutando la pelota? Quiero salir viva de este partido… –Chillé para que
me oyera, ya que corría realmente rápido y ya casi había llegado a la mitad del
campo. Asintió con la cabeza en respuesta y se giró hacia los otros componentes
del equipo.
—Como le hagáis daño a mi novia, me aseguraré de hacer vuestras vidas
miserables desde hoy hasta el mismo día en el que moráis, ¿Ha quedado claro o
hace falta que lo repita? –Preguntó él con voz firme. Todos los miembros del
equipo se pusieron firmes al instante y gritaron a favor como si de soldados se
tratase.
Me puse a reír a carcajadas, al oírme todos se unieron a mí. Yo me retorcía
en la portería sin poder aguantarme de pie. Tengo
el mejor novio de la historia.
De repente, vi una figura en las gradas, era una mujer esbelta y pelirroja
mirando hacia el campo con mirada intensa y concentrada. Lo que más vi fueron
sus rizos rojos flotar en el viento. Noté a la perfección a quién estaba
observando con tal intensidad, a Erik. Mi risa se evaporó con el aire y voló
como sus cabellos. Se me creó un nudo en el estómago, provocándome una mala
vibración. Esto me da mala espina, no sé
por qué. No conozco a esta mujer, pero sé no debo fiarme de ella. Simplemente
lo sé. Pestañeé y entonces vi que lo que quedaba de ella era su pelo rojo
flotando y desapareciendo mientras se iba. Negué con la cabeza, intentado
sacarme la mala sensación del cuerpo, al no saber de qué se trataba era más
fácil intentar olvidarlo. A lo mejor
simplemente son imaginaciones mías, a lo mejor es solamente una fan o algo
parecido. Tengo un novio muy guapo, puede que pase a veces, pero eso no lo hace
más fácil de lidiar. Miré a Erik y él me estaba mirando a mí, no debía
haber notado a la mujer extraña de las gradas. Le sonreí para que no se
preocupara y me coloqué en medio de la portería para indicarle que estaba lista
para empezar el juego. Asintió con la cabeza y el partido empezó.
Yo no podía apartar los ojos en ningún momento de mi novio, Erik. Aún sigo sin creerme que todo sea real, es
un Príncipe de verdad, y me trata como a una Princesa. Es más de lo que pudiera
pedir nadie, me he enamorado de este hombre de manera completa e incondicional.
Lo que me hace sentir no tiene nada que ver con nada terrestre, es
sobrenatural. Es como si una manada de mariposas alienígenas estuvieran
habitando en mi interior. A veces son malas y provocan dudas en mi mente, pero
la verdad es que sus besos son más poderosos que ellas. Porque si soy o no lo
suficiente buena para él, creo que es cosa suya decidirlo. Si está conmigo es
por alguna razón, y la verdad es que no sé si necesito realmente saberla. Con
saber que conmigo tiene suficiente, me sirve. Yo tengo más que suficiente con
él, solamente con él me siento completa.
Él bailaba sobre el campo, como si perteneciera a él, se sentía tan
confiado y adorable. Parecía un gato en una lucha, elegante y poderoso. Una
risa se me escapó de entre los labios al pensar en él como un gato. Miau.
De repente, todo cambió. Todos giraron hacia mí, haciendo que la
trayectoria de la pelota fuera justamente hacia la portería en la que me
encontraba. Me sudaron las manos y el corazón golpeaba en mi pecho con
anticipación. Me agaché ligeramente, separando las piernas y miré hacia delante
con los ojos entrecerrados.
— ¡Eli! ¡Tú puedes! No le permitas meter un gol –Oí a los miembros del
equipo dándome ánimos. Sonreí satisfecha. Me
acabo de dar cuenta de que no tengo que demostrarles nada, ni siquiera a mí
misma. Con la confianza que depositan en mí me es más que suficiente, no
necesitan que sea sobrenatural. No es necesario hacer cosas extraordinarias, se
tienen que hacer cosas ordinarias extraordinariamente bien.
Uno del equipo que había sido escogido para ir en el equipo rival, Jaime
parecía, me miró con mirada calculadora, como si estuviera comprobando si yo
tenía un punto débil o si había alguna manera de colocar la pelota entre la red
sin que yo pudiera pararla. Sonreí. No me
conoce, no sabe si tengo algún punto débil. En ese momento, para mí solo
estábamos el jugador que iba a chutar y yo, que lo observaba sin apartar la
mirada ni un segundo. No quería perderme ningún movimiento que pudiera
advertirme de sus intenciones antes de que siquiera las pensara. A veces la gente hace movimientos
inconscientes que determinan su personalidad, sus acciones futuras o incluso
sus pensamientos. La mayoría de la comunicación es no verbal, y yo soy muy
buena leyendo a la gente. Tengo esta capacidad, puedo adivinar lo que la gente
está pensando, o al menos intentarlo. En ese momento la persona delante de
mí pensó que no lo noté. Pensó que no noté su mirada fugaz a mi derecha y luego
una mirada más larga hacia mi izquierda. Va
a tirarla a mi derecha, ha mirado durante más tiempo a mi izquierda para que pensara
que tiene las ideas claras y que va a tirar en esa dirección. Así que
cuando se movió rápidamente y pretendió chutar hacia la izquierda ni me inmuté
y seguí concentrada en sus movimientos. Tiró hacia atrás la pierna derecha y
con un golpe sordo envió la pelota hacia mi derecha, como yo ya había predicho.
Al saber hacia dónde se dirigía la pelota, me fue más fácil tirarme en esa
dirección cogiendo la pelota al vuelo antes de caer al suelo, rozando por el
suelo encima de mi brazo derecho. Suerte
que alguien me había dejado ropa, porque sino ahora mismo estaría servida.
Me levanté con la pelota en las manos, sonriendo triunfante. Levanté la
cabeza y vi al equipo entero mirándome con la boca abierta. Solté una risita
nerviosa ante tanta atención y me puse colorada sin poder evitarlo. Entonces
todos vinieron hacia mí, me levantaron del suelo y se pusieron a chillar mi
nombre. Yo no podía parar de reír ante la escena y la estaba viviendo desde
dentro, si la hubiera vivido desde fuera hubiera llorado de la risa. Vi la cara
de Erik, sus ojos destilaban orgullo, como si estuviera pensando: Esa es mi novia, así se hace.
Le guiñé un ojo y le envié un beso, que recogió con la mano y guardó en un
puño. Me reí emocionada. Me siento en las
nubes, he tenido la oportunidad de formar parte de algo que Erik adora y he
sido totalmente aceptada. No soy una extraña, ya soy alguien para este equipo,
para Erik.
—Se ha acabado la práctica por hoy, ha ido genial chicos –Dijo Erik,
acercándose. Mi corazón reaccionó ante la distancia que nos separaba.
—Oye, Eli. ¿Cómo sabías por dónde iba a tirar? Justamente Jaime es el más
difícil de parar, porque nunca sabes por dónde te va a ir. Siempre engaña muy
bien –Me dijo Pol, que estaba a mi lado, mirándome con sus ojos oscuros como
dos canicas. Le sonreí.
—Cada uno tiene sus trucos. Si te lo contara, tendría que matarte –Contesté.
Puso falsa cara de horror, a la que me reí como una niña pequeña –No, mentira.
Sé leer a la gente, y él no es diferente a nadie. Todos tenemos una manera de
actuar diferente, pero siempre hay puntos en común, como por ejemplo mirar
inconscientemente hacia la izquierda si quieres recordar algo o en cambio mirar
hacia la derecha si recurres a la imaginación. Quiere engañar y lo consigue,
entonces tienes que pensar como él, tienes que meterte en su piel. Saber qué es
lo que cree que puede hacer para engañarte y descifrarlo, como una ecuación. Si
la miras mucho e intentas resolverla solamente con tus métodos nunca podrás,
tienes que mirarla desde otra perspectiva, apartarte para poder buscar una
solución coherente –Ladeé la cabeza en una pregunta no formulada, para
comprobar que no hubiera hablado demasiado. A
veces simplemente hablo demasiado, no puedo evitarlo. Me miró con la boca
abierta, como si no se esperara una contestación como esa. Le había explicado
cómo había sabido hacia dónde iba a lanzar la pelota Jaime, sin realmente
decírselo.
—Increíble, eres realmente increíble –Respondió Pol si saber exactamente
como expresar lo que le pasaba por la cabeza en ese momento. Me puse a reír
notando el rubor en mis mejillas de nuevo.
—Lo sé, mi novia es increíble. Nadie antes había podido prever las acciones
de Jaime con tanta facilidad. Eres impresionante, enserio –Dijo mirándome con
orgullo, mi pecho se llenó con aire y felicidad al oír a Erik decir eso con una
sonrisa en la cara mientras caminaba hacia mí. Cuando estuvo a mi lado me rodeó
con los brazos y me levantó. Reí como una tonta y rodeé su cuello con mis
brazos.
—Tú también eres increíble, Príncipe –Le dije, colocando mi frente en la
suya, mirando fijamente la profundidad del mar de sus ojos.
—Tú más, mi Princesa preciosa –Dijo antes de besar suavemente mis labios
mientras me dirigía hacia los vestuarios.
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