lunes, 29 de abril de 2013

Capítulo 43


Sonó el despertador y parecía que sonaba más temprano. Estoy agotada, solo quiero dormir un poco más. La razón, para variar un poco, es Erik. Pasarme casi la noche entera hablando por teléfono no creo que sea lo más saludable. Pero me hace inmensamente feliz. Me da igual no dormir nunca más mientras la razón sea el haber estado hablando con él.
Me levanté, pero solo porque pensé que iba a verlo en breve y estaba deseándolo. No podía evitar desear con todas mis fuerzas estar entre sus brazos de nuevo. Espera, ¿Qué día es hoy? Cogí el teléfono y miré el día y la hora. Miércoles, hoy es miércoles, eso solo quiere decir una cosa… Excursión. Mierda. Toca Liceo. Y no sería tan pesado si no fuera SOLA. Riri va con los pequeños no-sé-dónde y va justamente con los de fútbol. El grupo de los pequeños tenía pocas monitoras para la excursión, así que no he tenido otra opción. Suspiré, de repente perdí todas las ganas de ir y tuve la gran, inmensa tentación de volver a la cama y no salir de ella. Pero no lo hice, lo voy a ver ahora, porque me pasa a buscar, y luego por la tarde puedo quedar con él. Vale, voy a sobrevivir a este día, se me va a hacer eterno pero va a pasar eventualmente. Vamos allá.
Me coloqué unos leggins azul oscuro y una camisa larga de color turquesa, me lavé los dientes, me peiné rápido y me puse las lentillas. Tiempo récord. No recuerdo la última vez que tardé apenas 10 minutos para hacerlo todo. Fui a la cocina rápido y cogí un trozo de pan con queso. Mientras comía, le envié un mensaje a Erik para que me recogiera más temprano. Quiero pasar más tiempo con él, aunque sea sin hacer nada. A lo mejor puedo aprovechar un poco antes de irme a la excursión.
Me sorprendió que de repente el timbre de la puerta sonara. Miré a mi móvil y Erik aún no había contestado a mi mensaje. Miré a través de la pantalla antes de salir y vi su sonrisa. Estaba casi enganchado a la cámara con una sonrisa divertida y traviesa. No pude evitar reírme ante su estupidez. Adoro a este hombre que se comporta como un niño. Siempre me arranca una sonrisa.
Corrí a través de la puerta apenas abriéndola para pasar. Sin poder evitarlo, pasé a toda velocidad a través del jardín delantero y abrí de un golpe la puerta de fuera. Sin poder reaccionar de ninguna manera, sus brazos estaban a mi alrededor antes siquiera de que pudiera moverme en su dirección.
Su olor me envolvió como si yo fuera un regalo, especial. Enterré mi cabeza en su duro pecho y me dejé envolver. Tenía una mano en mi espalda, manteniéndome enganchada a su cuerpo, y la otra en mi pelo, acariciándome. En sus brazos me sentía segura, protegida, querida. No quiero moverme nunca, me quiero quedar aquí para siempre.
Me separó un poco de él y movió la mano que tenía en mi pelo hacia mi nuca y me acercó a su boca. Sonreí y lo besé con todas las ganas que tenía. Le despeiné, ganándome un gruñido.
Una cosa que me encanta de tener novio, es tener ropa suya, sobretodo una chaqueta cuando hace frío. Qué mala suerte que justamente haya empezado a salir con él en verano. Ante ese pensamiento no pude evitar reírme mientras le besaba. Me separó y me miró con ojos curiosos y preciosos, para variar.
— ¿Qué me he perdido? — preguntó sin poder evitar reírse ante el sonido de mi risa no muy bien disimulada. Lo miré con ojos soñadores. Él es mi sueño hecho realidad.
— Es una tontería en realidad, una estupidez de las mías, para variar — Contesté aun riéndome. Miré hacia otra parte con vergüenza, pero no duró mucho porque su mano se posó en mi mejilla obligándome a enfrentarlo. Suspiré, Siempre consigue lo que quiere de mí, no puedo evitarlo. Tiene mucho poder sobre mí, y eso en un principio me daba miedo, pero ahora no.
— Suéltalo, o tendré que sacártelo a base de cosquillas. Tú misma – Me amenazó con una sonrisa en la cara y una ceja levantada. Me había avisado y sus manos ya estaban creando camino a través de mi espalda. Me estremecí.
— Vale, vale. Que lo que más me gusta de tener novio es tener su ropa. Pero en invierno es mejor, porque me encanta tener la chaqueta de un chico, me hace sentir especial e importante. Pero ahora mismo, es imposible tener frío si te tengo tan cerca, aparte de que es verano – Solté de un golpe antes de que me arrepintiera. Me miró sorprendido, está claro que no era lo que se esperaba. Nos reímos los dos como dos tontos.
— Estupideces de las tuyas, como tú dices, son lo que hace mi día especial. Tú haces mis días especiales – Susurró. Me quedé mirándolo con la boca abierta. Que pomposo por favor… Me encanta. Nos miramos durante unos segundos sin decir nada y empezamos a reír de repente los dos a la vez.
— ¿Demasiado cursi? – Preguntó entre carcajadas, cosa que nos hizo reír aún más. Me puse de puntillas.
— Sí – Contesté son una sonrisa inmensa. Le di un beso corto, pero lleno de ternura – Pero – Otro beso – Me – Otro – Encanta – Otro beso más largo – Me encantas – Otro beso aún más largo, y esta vez le mordí el labio inferior. Una sonrisa grande como el universo se formó en su cara y yo la percibí a través de mis labios. Sus sonrisas son aún más increíbles si las detecto a través de mis labios, que no a través de mis ojos.
— Bueno, deberíamos ir tirando, que sino llegaremos tarde y ninguno de los dos podrá ir a las excursiones – Me dijo mientras me daba besos en la mejilla.
— Pues eso suena tentador, podríamos no ir – Dije yo, apretándome a él. Lo oí suspirar. Noté su respiración en mi cuello segundos antes de que sus labios se posaran allí. Me hizo cosquillas con su respiración y me mordió el cuello. Cuando se separó miró mi cuello con cara divertida. Oh, no. Por favor que no me haya marcado. Lo miré enfadada y eso solo provocó que se pusiera a reír. Se apartó y caminó hacia la puerta del conductor.
Me acerqué al coche y me paré delante de la puerta sin abrirla. Miré a mi reflejo y me fijé en una mancha rosada en mi cuello. Será… Oh, sí, se va a enterar…
Abrí la puerta del coche y me tiré dentro. Cuando reboté en el asiento, Erik estalló en carcajadas, y al oír ese sonido tan hipnotizante no pude evitar unirme. Negó con la cabeza riéndose y arrancó el coche.
Cuando aparcó, no quería bajarme, porque eso querría decir que en breve iba a acabarse la mañana con él. Así que cuando se bajó del coche, no me moví. Me sonrió desde fuera y me envió una de sus miradas traviesas. Del tipo que quería decir que aceptaba el reto. Oh-oh. Me va a sacar del coche a la fuerza. Sonreí. Pues que lo intente. Crucé los brazos sobre mi pecho y miré fijamente hacia el frente, negándome a mirarlo a él. Sabía que si lo miraba aunque fuera un microsegundo, estaría perdida. Perdida en sus ojos, en sus labios, en sus caricias. No, no quiero salir. Debo parecer una niña pequeña buscando atención, pero en realidad solo estoy mirando a ver cómo reacciona. Aparte, claro, que adoro cuando me toca, por mínima que sea la caricia.
La puerta a mi lado se abrió de un golpe y yo seguía con el cinturón puesto. Seguía negándome a mirarlo, esos ojos pueden conmigo. Noté que se acercaba e hice mi mayor esfuerzo para no ponerme a reír o algo similar. Me rodeó con un brazo y oí el clac del cinturón al desabrocharse. Me lo quitó con cuidado, rozándome con su brazo y mano apropósito.
De repente noté su brazo debajo de mis piernas mientras el otro se interponía entre mi espalda y el asiento. En pocos segundos estaba totalmente separada del asiento y entre sus brazos. Cerré los ojos disfrutando de la sensación y le rodeé el cuello con un brazo.
— Princesa, abre los ojos – Noté su respiración en mi cara, haciéndome cosquillas. Abrí los ojos, y me lo encontré a centímetros. Una sonrisa le iluminaba la cara, haciendo que unas pequeñas arrugas se le posaran en los laterales de los ojos. Pude ver claramente el color de sus ojos increíblemente azules. El borde del iris era más oscuro y eso solo provocaba que se viera aún más claro lo demás. Me encantan sus ojos, creo que no ha quedado lo suficientemente claro – No te has resistido mucho, me esperaba más de ti, cariño – Su voz me sacó de mi mundo. El tono que usó para llamarme cariño me provocó piel de gallina. Solté una risita.
— No puedo contra ti, una mirada y me tienes deshecha. No es justo – Dije empezando a reírme, miré hacia el cielo intentando distraerme de las sensaciones que me provocaba el sentir sus fuertes brazos sosteniéndome en el aire. Antes de que me diera tiempo de volver a mirar sus ojos, sus labios se apoderaron de los míos. Le di la bienvenida al beso sin pensármelo dos veces. Cada vez que pienso en él, o estoy con él, me encuentro en un mundo diferente. Yo lo llamo el mundo de Yupi, para ser más exactos, vivo en la calle piruleta número 5. Estoy constantemente allí, cada vez que estoy ausente.
— Eres adorable – Susurró contra mis labios antes de besarme de nuevo. Ajá, en el mundo de Yupi he dicho. Definitivamente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario