Me pasé la excursión aburrida con los niños
pequeños. Durante la hora de comer fuimos a un parque y me senté en un banco
sola a comer. Pensando en Erik, le envié un mensaje.
Estoy
comiendo en un parque, echándote de menos. ¿Qué haces? ¿Cómo llevan su relación
Amor/Odio aquellos dos? ¿Se han matado ya?
Sonreí mientras lo enviaba. Estará comiendo con los niños de su grupo,
ya contestará cuando pueda. Espero que Raquel y Quim se hayan acercado aunque
sea un poco, se nota de lejos que los dos sienten algo el uno por el otro, no
es algo fácil de ocultar. Tengo que pensar en algo, algún plan maestro para
conseguir que estén juntos, sé que parece manipulador y que podrían acabar
juntos ellos solitos, pero no es así. No los veo enfrentándose a sus sentimientos,
veo demasiado miedo entre ellos dos. No quieren salir mal parados, aparte del
hecho de que no tienen la confianza suficiente en los sentimientos del otro
como para lanzarse, ¡los dos! Si fuera uno, de acuardo, el otro se lo piensa,
se da cuenta de los sentimientos del otro y se confiesa. Pero al ser los dos,
no van a hacer nada hasta no estar completamente seguros de los sentimientos
del otro. No es como el caso de Erik, los dos sabíamos los sentimientos del
otro sin necesidad de sacarlos a la luz. Eran demasiado evidentes, aparte de
que no puedo esconder nada a su alrededor ni queriendo.
Estando en mi mundo como estaba, me asusté
cuando mi móvil vibró en mis manos. Lo miré rápidamente para ver que era un
mensaje de Erik.
Estaba
pensando en ti, preguntándome qué hacías. Estoy controlando a los pequeños
mientras comen, piensa que falta poco para que volvamos. Nos veremos dentro de
poco, Princesa. Soñaré con tus labios hasta que pueda saborearlos.
Con la cara colorada, el corazón en la boca y
una sonrisa que dolía me moví hacia el autobús para hacer el viaje de vuelta.
Mientras estaba sentada en el asiento de
atrás, dejé a mi cabeza fantasear tranquila sobre Erik, mi Príncipe Azul. En
vez de crear escenas nuevas en mi cabeza, me digné simplemente a recordar
momentos vividos con él. El primero que me vino a la cabeza fue nuestro primer
beso. Después de subir a una atracción impresionante, me abrazó y no pude
aguantar, me lancé a sus labios. A esos
impresionantes labios que se unen a los míos como si formaran parte de mí.
Él forma
parte de mí, no puedo sacarlo. Nunca había sentido algo tan fuerte por nadie,
no puedo evitar ese sentimiento de seguridad que me rodea cuando estoy entre
sus brazos, o esa sensación cálida cuando siento sus ojos sobre mí y nadie más.
Solo espero que esa pelirroja no sea su ex, porque le arranco uno a uno cada
pelo largo y pelirrojo de la cabeza. Como intente conseguirlo otra vez, se las
tendrá que ver conmigo. Ojalá que no me tenga que ver en esa situación, porque
veo venir desde lejos las dudas en mi cabeza.
— Princesa... Mi amor... Despierta – Oí una
voz muy familiar susurrar en mi oreja, haciéndome cosquillas con su respiración
en mi cuello. Abrí los ojos rápidamente y lo vi, justamente delante de mí.
Pestañeé repetidamente para darme cuenta de que era real, no un sueño – Sí,
estoy aquí, no es un sueño. Conseguí que llegáramos antes para poder
sorprenderte. Pero vi bajar a todos los niños y tú no bajabas, así que he
subido yo. Y aquí estabas, dormida con una sonrisa preciosa en la cara. ¿En qué
estabas soñando? Si puedo preguntar... – Continuó, un poco demasiado rápido
para mi gusto. ¿Me ha vuelto a leer la
mente? Sonreí aún más y rodeé su cuello con los brazos y me apreté contra él con todas mis fuerzas.
— Estaba soñando contigo, justamente. Te he
echado de menos, mi Príncipe – Solo decir esas palabras, me apartó de su cuello
y colocó sus manos en mis mejillas.
— Yo sí que te he echado de menos, amor –
Cuando dijo amor, me derretí. Los motes,
y las tonterías que me dice me ponen la piel de gallina y me provocan
tembleques en las rodillas. Este hombre me convierte en gelatina viviente.
Y me besó, solo decir la frase. Sus labios
bailando y fundiéndose con los míos. Yo lo apreté contra mí, cogiéndolo de la
camisa, y él rompió el beso, apartándose. Lo miré confundida y me sonrió,
cegándome por un instante.
— Salgamos del autobús, que me voy a hacer
daño en la espalda. Aparte, te están esperando los demás. Estoy seguro de que
ese tal "Marcus" está deseando verte – Soltó medio molesto. Me reí a
carcajadas sin poder evitarlo y me miró con el ceño fruncido – A mí no me hace
ni pizca de gracia que a otro monitor le guste mi novia, no sé por qué te estás
riendo – Añadió al ver que no paraba de reírme. Me levanté del asiento,
cogiendo mi bolso del asiento de al lado.
— Me río de lo ridículamente celoso que estás
ahora mismo, y me encanta. Solo voy a decirte, que Marcus tiene novia. Estaba
enganchado conmigo porque lo había dejado con ella, y solo necesitaba apoyo
moral, pero ahora vuelven a estar juntos. Dejando de lado esto, no hay nada ni
nadie que pueda competir contigo, repito, NADIE – Contesté antes de darle un
beso rápido pero profundo y tierno. Con mi aclaración, vi que se relajaba
visiblemente, y con el beso acabé de convencerlo del todo. Sonreí satisfecha
con mi trabajo y caminé delante de él hacia la puerta del autobús.
— hombre, aquí está la señorita tardona. Hace
rato que he visto a los niños de tu grupo pasar a merendar – Dijo Edu cuando me
vio llegar al pasillo donde jugaba a Ping-Pong con Marcus. Éste último, cuando
me vio corrió hacia mí y me abrazó levantándome en el aire, dándome vueltas. Yo
me puse a reír, ahora más tranquila, sin pensar en los celos de Erik, ya que
eran irracionales.
Cuando Marcus me hubo dejado en el suelo,
sana y salva, Erik me rodeó la cintura con un brazo y me atrajo a él, marcando
el territorio. Solté una risita y lo conduje hacia el banco al lado de la tabla
de Ping-Pong. Cuando iba a sentarme, se sentó él primero y me sentó en su
regazo, rodeándome con sus fuertes brazos. Yo, sonriendo como una tonta, apoyé
mi espalda en su pecho duro y firme y cerré los ojos disfrutando de la
sensación.
Entonces me vino una idea a la cabeza. Giré
mi cabeza hacia su cara.
— ¿Alguna noticia sobre los cabezones? – Me
miró cuando escuchó la pregunta escaparse entre mis labios. Apretó los labios
juntos durante unos segundos y cerré los ojos en derrota.
— Nada, ni se han acercado casi. Es como si
tuvieran miedo de que si se tocaran por accidente se quemaran o algo parecido –
Soltó con un suspiro. Besó mis párpados cerrados delicadamente. Abrí los ojos
de nuevo para perderme irresistiblemente en sus ojos profundos e increíbles.
Suspiré soñadoramente.
— No saben lo que se pierden – Susurré mientras
acercaba mi boca a la suya y le daba un beso largo y profundo. El beso
destilaba toda la pasión retenida durante el día entero. Noté sus dientes en mi
labio inferior y sonreí.
— Tenemos que mostrarles qué puede pasar si
dejan de lado sus dudas y miedos. Tenemos que darles fuerza para que se
expresen, para que muestren su lado más vulnerable y obtengan a cambio una
fuerza inconmensurable. Se lo merecen, tanto como nos lo merecemos nosotros –
Dijo antes de besarme de nuevo.
— ¿Haremos algo esta tarde? – Le pregunté
inocentemente, pestañeando más de lo necesario. Soltó una risita tonta y me
miró directamente a los ojos.
— Claro, ¿cómo podría resistirme a estos ojos
brillantes y preciosos? ¿Tenías algo en mente? – Dijo, mientras me acariciaba la
mejilla. Me apoyé en su mano mientras cerraba durante un segundo los ojos.
— Podríamos estar en el jardín de mi casa, al
lado de la piscina, planeando algún plan maestro para juntar a las dos personas
más testarudas del planeta – Contesté mientras jugaba con su pelo con una mano.
Supe que se relajaba con mis caricias, pero quería decir algo – ¿Ibas a decir
algo? – Pregunté al ver que no lo soltaba.
— ¿Cómo lo sabías? Bueno, sí, quería decirte
que tenemos una conversación pendiente – Respondió lentamente, como si
realmente no quisiera soltarlo. Suspiré, era una conversación que quería tener,
pero a la vez no. No quería saber nada sobre la ex prometida, preciosa
pelirroja.
No quería estar comparándome con ella. Pero voy a tener que enfrentarme a ello,
en algún momento iba a tener que hablar de ello, ¿No? Solo espero que no sea
muy perfecta. Quiero ser mejor que ella, aunque sea muy poco, para sentirme
mejor conmigo misma. ¿Un poquitín? No es pedir mucho, ¿Verdad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario